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EL TRUÑO DE ACERO

No es inoxidable, sino de ambientador y papel higiénico. Tantos años tomando pirulas para dormir y resulta que habría bastado con que Zack Snyder pariera este subproducto y no pasar más noches en vela. Eso sí, con el volumen al mínimo. Sí, chavalería, mucho, mucho ruido. Pero, ¿nueces? Qué coño, ni un puñaíllo de altramuces.

¿El problema base? Que Superman (porque sí, joder, ése es su nombre) es más soso que un reality de Marichalar. Como la mayoría de personajes DC. Porque, salvo Batman, ¿hay alguno que merezca la pena? Así se la dio Green Lantern… y risa me da la que se puede pegar La Liga de la Justicia

Entre cabezada y cabezada, una peli llena de clichés. Y no tanto de guión (se dan por hecho) como de iconografía: bebés «cosechados» a lo Matrix, naves que son una copia de La Guerra de los Mundos o tipo calamar, pulpo y mejillón a lo Wachowski que sobrevuelan el skyline como en Independence Day, batallas campales en pueblos a lo Thor, un tornado con Totó incluido… Incluso hostiones como en Los Vengadores (pero sin su sentido del humor) provocando destrozos en rascacielos (aunque mucho más caros, menos efectivos  que los de Chronicle) que podrían haberse ahorrado (atención, spoiler) con un simple giro de muñeca partiéndole el cuello al malo de turno. Vamos, que no hay por dónde cogerla.

Y más aún cuando, pese a los millones de mamporros recibidos, Superman se levanta de la tres millones más una sin despeinarse, como Alan Ladd en sus mejores tiempos. O se muestra como alguien dispuesto a sacrificarse por la especie humana… sin serlo. Como Jesucristo, vamos. Total, que el guión podría haberlo escrito J.J. Benítez para decirnos que el susodicho era un extraterrestre. En la segunda parte, lo mismo convierten a E.T. en Papa, a Mi amigo Mac en uno de sus apóstoles y a Hulka (aunque sea de Marvel) en la Virgen María.

Y para poner la puntilla, ese mensaje yanqui a más no poder, con Superman convenciendo a un militroncho de que siempre estará ahí para protegerles porque «soy más americano que nadie, por eso me he criado en Kansas». Lo siguiente será ver a Clark Kent bailando una de Coyote Dax y a Louise Lane (qué desperdicio de la pobre Amy Adams) haciendo un pastel de manzana mientras tararea American Pie.

Nueve con sesenta de la entrada más cuatro ochenta de las palomitas.

Joooder, qué siesta más cara.

Y, además, con esos «vecinos» haciendo ruido…

Durante dos horas y media.

La culpa es mía.

Por empalmarme con un puto trailer.

 

 

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