No lo digo yo. Tampoco un niñato, ni muchísimo menos un personaje de ficción que vivió hace tiempo en una galaxia muy, muy lejana. Lo dice un abogado de 90 años. Que añade: «son un cáncer que hay que extirpar».

Ángel Pelluz. Defensor de dos presuntos neonazis que dejaron en coma a un vagabundo hace 4 años. En total, Rafael Santamaría, la víctima, de 30 años, pasó 541 días en el hospital. Su «delito»: querer pasar la noche en un fotomatón. Se abalanzaron sobre él y le dieron una paliza. Dejándole de regalo una alteración cognitiva que implica una minusvalía del 60%.

«Esto no son personas», argumenta mease Pelluz, «no han trabajado en su vida». Y repite, «son un cáncer de la sociedad». En Madrid habría, siguiendo la teoría del eminente letrado, 701 tumores que precisan de intervención «judicial», no vayan a intoxicarnos. 701 personas sin hogar, según un estudio del Ayuntamiento realizado en diciembre de 2012. Para Ángel Pelluz, estas personas se encuentran en esa situación porque así lo desean. Porque son unos vagos. Porque no quieren trabajar. «La ocupación de terreno público por quien no se preocupa una existencia digna es causa de rechazo en otras personas que cumplen las leyes. El constituirse en parásito de lo decente lleva a la repulsión». Y, por pasiva, a que te den una paliza con todas las de la ley.

«Las opiniones son libres, los hechos son sagrados», escuché hace años en la Universidad. Y el hecho es que las opiniones del señor Pelluz producen escalofríos. Porque hay una persona, insisto, PERSONA, que se pasó 541 días en el hospital. Si no, me daría la risa. Y después sentiría lástima. Porque si alguien piensa así es que cree vivir en otra galaxia. Y se va a perder un montón de cosas que suceden en ésta. La mía. La nuestra. También las buenas…

De nuevo en la Universidad, pero esta vez en la cafetería (allí también hay sabiduría), escuché: «las opiniones son como el culo, todo el mundo tiene uno». Por eso, generalmente, no hay que darles mucha importancia. Salvo que pueda influir en  la opinión de otros. Y se conviertan en Legión: familiares, amigos, alumnos… Que en lugar de opinión sea cátedra. Que puede ser mortal. Porque de ahí nace una doctrina.

Hace unos días, Curtis Woodhouse, un boxeador de 32 años, leyó un twitt de un tal jimmyob88 que le acusaba de ser «una desgracia de boxedor». Curtis ofreció 1000 euros a quien le diera una pista para encontrar al bueno de jimmyob88. Iniciando una «persecución» a la que se sumaron 9000 nuevos seguidores en su cuenta de Twitter para no perderse el momento en que, después de decirle al perseguido mediante otro twitt, «estoy a 50 minutos de tu casa. Nos vemos es un rato», plantarse en la puerta de la misma y conseguir que jimmyob88 le pidiera perdón…, mientras el «público» esperaba impaciente que le diera una soberana paliza. Se salvó por los pelos. Y es que, hay que tener cuidado con lo que dices… no vaya a molestare a alguien.

Al señor Ángel Pelluz le diría otra cosa que también escuché en la Universidad. Y también en la cafetería: «ricos o pobres, todos cagamos mierda». Por eso somos iguales. Porque no existe mierda de primera categoría. Ni siquiera las que es consecuencia de padecer diarrea cerebral.

Y esto, por supuesto, no es más que una opinión…