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Un amasijo de emociones

Llevo años defendiendo la sensibilidad y la capacidad crítica de nuestros adolescentes, porque tanto dentro como fuera del aula he encontrado en ellos a algunos de los lectores más honestos, abiertos y, a la vez, implacables que conozco. Es fácil etiquetar a las generaciones que vienen volcando en ellas nuestros propios miedos, quizá porque así camuflamos esa envidia inevitable por el tiempo -y la belleza- que fue… Por eso, al recibir este fin de semana esta reseña sobre La edad de la ira escrita por un alumno de 4º de la ESO le pedí permiso para compartirla. Porque es, posiblemente, una de las mejores críticas que me han escrito -y ya llevo unas cuantas- sobre esta novela. Espero que sus palabras sirvan para desterrar ciertos prejuicios sobre esa edad que, con demasiado a menudo, olvidamos que también fue la nuestra. O incluso que, en quienes seguimos sintiéndonos parte de los niños perdidos, continúa siéndolo.

Un amasijo de emociones

Lo único que me trasmitió este libro fue una aglomeración de dudas y sentimientos. Yo prefiero la lectura imaginativa que explora mundos no conocidos y mágicos, por lo tanto, la lectura de este libro, que refleja tan crudamente la realidad, supuso para mí un mal trago. Con esto no me quiero referir a que no me gustase, más bien todo lo contrario. Me hizo darme cuenta y ser consciente de todas las injusticias que se cometen día a día en el mundo, que, aunque sepamos que existen, no nos involucramos en ellas. Bien, pues con este libro yo pude experimentar muchas emociones como la desesperación o la rabia de algunos personajes. Todo lo que leía era frustrantemente adictivo.

Veo necesario hacer alusión a como el autor, con habilidad increíble, crea una certera personalidad totalmente definida a cada personaje que lo hace diferente del resto. Por lo tanto, para los lectores como yo, que nos sumergimos en la trama y vivimos la historia como si realmente estuviéramos en ella e interpretamos un papel más, esto hace que se te revuelvan tus propias ideas y experimentes los conflictos de la gente que habita en este libro.

Otra cosa que despertó muchísimo mi curiosidad fue como el autor es capaz de desglosar, definir y entender un instituto mejor que yo, y eso que me paso un buen rato en él. Define perfectamente la vida dentro de un centro escolar, es caótica y complicada, un mundo aparte. Ha conseguido reflejar las verdaderas normas que rigen un instituto superpuestas a las que marca el Ministerio de Educación o el mismo centro escolar. Es cierto que el autor es profesor y vive cada día lo mismo que nosotros, pero desde otro punto de vista; nunca llegué a pensar que un adulto pudiese colocarse en la piel de sus alumnos tan precisamente, esto es lo que me asombra. Me he dado cuenta de como puede afectar  tu paso por el instituto a tu forma de ser, de comportarte y ver las cosas. Esta realidad me ha hecho sentir expuesto y menos protegido de lo que creía que estaba.

Toda la trama está perfectamente hilada para que tú vayas leyendo vorazmente y pienses por tu cuenta lo que pasará a continuación. Te despista para que deduzcas una suposición que aparentemente crees acertada, y luego te sorprende con todo lo contrario. Me hizo comerme mucho la cabeza. Sentí ansiedad con cada página, ansiedad de conocimiento.

Me hizo sentir aislado del resto, dentro de otro plano, que es como te hace sentir toda buena lectura. Me hizo sentir satisfecho con algunas decisiones que tomo en mi vida, y decepcionado por otras. En resumen, me hizo reflexionar sobre lo que hago en la realidad sin estar en ella, algo alucinante.

Más de una vez tuve que posponer un poco la lectura para poder asimilar lo que ocurría en ella porque era muy difícil procesar todos los sentimientos internos que debías estar sintiendo los personajes. A veces, de tanto pensar como les afectaría, acababa sintiéndolo yo mismo.

Las conclusiones que saqué de este libro fueron demasiadas para escribirlas aquí, pero me hizo pensar sobre el comportamiento que tenemos todos y de cómo puedes llegar a condicionar a los demás. He tenido muchísimos quebraderos de cabeza, y aun me cuesta expresarlo todo con claridad mientras escribo esto. Al leer esta obra, he sentido lo complicado que es el mundo, de cómo tenemos que convivir unos con otros y  he confirmado que es imposible establecer un código moral-ético que debamos seguir todos. Cada persona es diferente y no todos tenemos los mismos conceptos sobre lo que está bien o lo que está mal, ni reaccionamos de la misma forma a todos los problemas que nos plantea nuestra existencia.

Personalmente, no me he sentido identificado con un solo personaje específico, he tenido conexión con todos ellos porque creo que todos los adolescentes tenemos una mezcla de cada una de las personalidades y problemas que se reflejan con los personajes de la historia. Aunque tal vez me sienta más unido a Marcos. Lo que sí me ha pasado es que asocio los personajes con otras personas que conozco en la realidad, en vez de hacerlo conmigo.

Otro punto que quería tratar es lo que puede sentir un profesor. Muchas veces nosotros decimos a nuestros padres: tú no sabes lo que es estudiar, hacer deberes, asistir al instituto y lidiar con los demás problemas. Pero tampoco pensamos seriamente que los profesores hacen lo mismo que nosotros, que tienen otra vida fuera del recinto académico exactamente igual que nosotros. Suelo ser comprensivo con los profesores, pocas veces les llevo la contraria (no es porque pueda salir yo mal parado, que va, para nada) porque pienso que también debe ser duro para ellos estar allí y aguantarnos a los alumnos, pero nunca me había metido en el papel de un docente hasta leer este libro.

El fin de este ejercicio era expresar lo que el libro nos había hecho sentir, y mi respuesta es que me ha hecho sentir tantas cosas entrelazadas que se ha formado un amasijo de emociones irresolvible.

Juan Soto (IES San Andrés, León)

La imagen pertenece al booktráiler de la versión francesa de la novela, L’âge de la colère (Sol y Lune Editions)
 
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4 de respuestas

  1. M. Reyes Revilla

    Extraordinario comentario, reflexivo, sensible, bien escrito. ¡Juan debería seguir escribiendo!

  2. Juvenal Bernardo

    Ánimo, Juan. Un comentario de mucho calado y de mucha sensibilidad. Sigue escribiendo, quienes te lean te lo agradecerán.

  3. Isabel Garcia

    Excelente, Juan. No he leído el libro, pero tu reseña me ha invitado a comprárlo y leerlo mañana mismo. A tu edad, has esclarecido con sobresaliente los puntos primordiales de la trama sin desvelar el desenlace, primordial para el que quiera leer este libro que promete ser un buen analista de nuestra vida cotidiana en los centros de enseñanza. Muchas gracias por el guiño que has echado a los profesores Es cierta tu reflexión. Trabajamos duro como vosotros. Muchas veces agradecido , otras no tanto, pero poniendo ilusión, entrega y empatía,
    ,el día a día de nuestro quehacer se convierte en un tesoro que sólo los que lo practicamos sabemos en que isla está escondido.
    Enhorabuena, Juan. Lee mucho que leyendo te harás un escritor tan grande como el que acabas de leer.

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