Descartemos el revolver

«¿No me tomarás por puta?»

Las cosas que son lo que parecen se vuelven un coñazo. Esta es una verdad que no necesita demostración. Nunca hay nada detrás de ellas. Todo se ofrece por delante. No habría manera de escribir una novela negra decente con … Sigue leyendo →

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Las atroces etiquetas de Zara

Entiendo a la gente que se vuelve loca por nada. Estoy cansado de que me digan «eso no es nada», cuando secretamente sabemos que nada, o poca cosa, es muchísimo. Yo tengo un balón Molten que robé en un entrenamiento … Sigue leyendo →

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Un periodista necesita un buen peinado

Cada año por estas fechas, en el periódico en el que trabajaba hacían gala de un detalle con los redactores. Mis exjefes no tenían mucho donde caerse muertos –más allá de comprarse un Porsche de vez en cuando para mantener … Sigue leyendo →

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Esto no es un puticlub

Ya no quedan nocheviejas como la de 1997. Mi amigo Pastor había sufrido un amago de infarto la semana anterior y convalecía lentamente en una solitaria habitación de hospital. Entretanto, en casa veíamos a Martes y Trece, comíamos las uvas, … Sigue leyendo →

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¡Necesitamos más dinamita!

La dinamita es, ante todo, una metáfora, y como metáfora no le veo sino ventajas. Cualquier posibilidad de cambio –factor que hace soportable la condición humana– descansa precisamente en que la metáfora funcione y la detonación modifique la dirección de … Sigue leyendo →

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¡Quieto todo el mundo!

En uno de los alegatos más famosos a favor de la estabilidad, Pike Bishop, en Grupo Salvaje, le dice a uno de sus socios, mientras éste apunta a los empleados del banco con el revólver: «Si se mueven, mátalos». La … Sigue leyendo →

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La sorpresa fue mayúscula

No me gustan las sorpresas. Desconfío de la gente que disfruta con ellas. No menos que de la gente que rechaza un chupito de hierbas sólo porque no le gusta. O de la que nunca saca el brazo por la … Sigue leyendo →

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Cuento de maldita Navidad

Eugenio perdió a su madre el domingo, un tipo de día triste incluso para morir. Por si fuera poco, al día siguiente era Nochebuena, una jornada de corte no menos melancólico que a menudo lo hacia llorar en cama, al … Sigue leyendo →

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Llévame a un sex shop

Cuando llevaba tres semanas instalado en Madrid, recibí una llamada telefónica de mi amigo César, desde Ourense. Quería saber si había localizado ya el sex shop con cabinas más próximo a mi apartamento. No, le dije. No había sentido esa … Sigue leyendo →

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Yo nunca olvido un bigote

Los malentendidos aclaran a veces muchas cosas. Allí donde hay un malentendido, existe una posibilidad de progreso. Nadie, después de todo, tropieza hacia atrás cuando corre. Me lo recordó la emisión de Juegos de guerra (1983), de John Badham, ante la cual … Sigue leyendo →

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