Pintura: La prostitución en el arte

¿Puede surgir la inspiración del trabajo más marginal y mal visto de la sociedad? La respuesta es un SÍ rotundo, como hemos podido comprobar a lo largo de toda la historia. Los artistas, una vez abandonada la época oscurantista y cerrada de la Edad Media, se abren a buscar la inspiración más allá del cielo y los santos. La religión había acaparado prácticamente todo el arte, pero con el Renacimiento y la posterior época moderna, los artistas se liberan de esas cadenas temáticas. Buscan a las musas, como solían llamarlas sus admirados artistas en la Antigüedad. Y las encuentran no solo en las mujeres de alta alcurnia, sino también en lupanares y prostíbulos, lugares que muchos artistas comenzaban a frecuentar. El verdadero boom de la prostitución en el arte tiene lugar a finales del siglo XIX y principios del XX, pero es cierto que hay casos documentados de artistas que llevaban ya este tema en sus obras en siglos anteriores.

Más allá de la pintura, podemos encontrar mosaicos y vasijas pertenecientes a las culturas griega y romana, en donde la prostitución es un tema central. Las imágenes, bastante explícitas por cierto, reflejan una forma de entender el sexo mucho más liberal, que quedó totalmente cercenada en la Edad Media, cuando la religión se hizo con el control de todo. Los flirteos de Caravaggio, utilizando a meretrices como modelos para sus imágenes de santas, supusieron una gran polémica en la época. Tanto es así que luego habría que esperar tres siglos más para que la figura de la prostituta obtuviera la relevancia que merecía en el arte. Ignorada por muchos, como ocurría en la propia realidad cotidiana, la prostituta parecía estar alejada del ideal de musa. Algunas eran mujeres muy hermosas, todo hay que decirlo, pero no tenían ese encanto que parecía indispensable para convertirse en la representación idealista femenina de un artista. Hasta que los bohemios franceses lo cambiaron todo a finales del siglo XIX, convirtiendo a la prostituta en una figura imprescindible para entender el arte de la época.

El reflejo de la prostitución en el arte

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La prostitución se ha llevado prácticamente desde el principio de las sociedades, en casi cualquier cultura que podamos imaginar. A veces de una manera más obvia, otras con un punto marginal, para no ser perseguida por las autoridades. Las prostitutas han mantenido esta actividad durante siglos, en todo tipo de circunstancias, desde guerras a hambrunas, siempre que hubiera un hombre dispuesto a pagar por ellas. Y eran parte ineludible de la sociedad, del pueblo llano, incluso logrando conexiones con altos cargos y hombres importantes, que no dudaban en aprovechar sus encantos, aunque en público las rechazasen. El arte tardó en dotar a las prostitutas de ese mérito que obviamente tenían, y no fue hasta hace un siglo y medio que estas meretrices se convirtieron en objeto de inspiración para diversos artistas importantes.

Autores que reflejaron el oficio

Puede parecer una obviedad esto que vamos a decir, pero el arte es creado por los artistas. Son ellos, en este caso los pintores, los que “deciden” darle importancia a tal o cual tema dentro de sus obras, generando así corrientes que fijan su mirada en esas cuestiones. La guerra, la religión, la muerte, el sexo, la prostitución… Son temas que han sido tratados por multitud de artistas a lo largo de los siglos. Pero es cierto que para legitimar un tema como inspiración artística debemos encontrar ciertos nombres importantes detrás de esas obras. No vale con que haya una pequeña corriente de artistas desconocidos que decida llevar la prostitución a sus obras como algo importante. En el momento en el que los pintores franceses entran en acción, a finales del siglo XIX, es cuando la sociedad en general entiende que la prostitución también tiene ese encanto misterioso que sirve como chispa creativa.

Hablamos de pintores tan famosos como Monet o Degas, habituales de los prostíbulos en aquella época, que solían frecuentar esos locales a menudo, en busca de alcohol, diversión…  y también inspiración. La imagen del pintor bohemio se hizo muy popular a finales de aquella centuria, sobre todo en París. En el barrio de Mortmatre comienzan a abrir los primeros cabarets, que no dejaban de ser, en muchos casos, casas de citas encubiertas. Y los mejores clientes siempre eran los pintores de la época. Había uno que destacaba especialmente, por si fijación con las prostitutas. Se trataba del genial Toulouse-Lautrec, de familia adinerada, y con una visión artística muy particular. Su obsesión por las meretrices llegó a tal punto que hoy por hoy se le conoce como el “pintor de las putas”. Otros artistas inmortales, como el propio Pablo Picasso, también reflejaron el tema en obras que hoy son consideradas como historia ineludible del arte moderno. Cezzane, Van Gogh o Munch, de sobra conocidos por el gran público, también quisieron plasmar en sus cuadros este oficio.

Obras destacadas

Uno de los cuadros más importantes de principios del siglo XX es, sin duda, Las Señoritas de Aviñón. La obra de Pablo Picasso, dibujada en 1907, supone un punto de inflexión en el mundo del arte, dando inicio a la época modernista. Y su tema principal es, para sorpresa de muchos, la prostitución. El Avinyon era un local de meretrices ubicado en Barcelona, frecuentado por el propio Picasso  y su grupo de amigos artistas. Aquella obra inmortalizó para siempre la belleza femenina a través de un prisma artístico diferente que daría mucho que hablar desde ese momento. Pero no era la primera. La ingente obra de Tolouse-Lautrec sobre prostitutas nos ha dejado cuadros imprescindibles como En La Cama o En El Moulin Rouge, reflejo de uno de los cabarets más conocidos del mundo, que empezaba a despuntar en aquella época.

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La obra Olympia, del genio Eduard Manet, también es una de las que suele salir a colación cuando se habla de este tipo de temas en la pintura. Un precioso y delicado cuadro que muestra a una mujer de espaldas, en una bellísima postura. Van Gogh también hizo sus pinitos con la prostitución como tema central de su obra Sien, tomando como modelo a una prostituta indigente a la que acogió en su propia casa. El desnudo explícito se puede encontrar en Rolla, del no tan conocido Gervex, o en Las Chicas del Pelo Negro, del modernista Egon Schiele, uno de los artistas más infravalorados de su época. Una colección de retratos y obras donde las prostitutas aparecen en momentos cotidianos o abiertamente eróticos, mostrando a la perfección la dualidad en la vida de estas mujeres que solo buscaban sobrevivir con el trabajo que podían.

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