Sara Mañero: «No es el tema lo que importa, sino el punto de vista desde el que se aborde»




Sara Mañero es Licenciada en Filología Inglesa y Doctora en Filología Hispánica. Al margen de su carrera como investigadora y traductora, cuenta con cuatro novelas y diversos relatos publicados. Mientras sorprendan los días nos ofrece la vida de tres personajes a lo largo de una jornada en la que sus destinos se entremezclan. El sueño del árbol explora la historia reciente de Filipinas a través de los ojos de un joven gallego cuya vida queda marcada por su experiencia en las islas. Atrapando la luz rinde homenaje a las mujeres que se anticiparon a su tiempo, así como al mundo de la fotografía, en el contexto cambiante de las primeras décadas del siglo XX. Del sol llegaron sombras evoca la conquista de Perú a través de los ojos del Inca Garcilaso, mientras se investiga la desaparición de una emigrante peruana en el Madrid actual. Entre los relatos, «Tus razones, mi derrota», es su participación en la antología titulada Cuentos Ex.





P.- ¿De qué trata Todo a un tiempo, Sara?

R.- De la búsqueda del volumen central de una obra medieval que ha desaparecido de una colección privada; para encontrarlo parece necesario descubrir la razón de que solo se haya robado ese códice intermedio y no los dos restantes. Ese es el punto de partida de una novela que también aborda la convivencia entre las tres culturas en la Córdoba califal, el pogromo de Granada o el antisemitismo en Castilla, el papel de la mujer en el al Ándalus o la figura de la reina Toda. Esto en cuanto a la parte histórica que sirve de trasfondo, pero hay otros temas relativos a sentimientos, a comportamientos humanos, que trascienden la secuencia temporal y aparecen reflejados tanto en el ayer como en el hoy.


P.- Parece que los personajes evolucionan mucho en la novela, ¿cuál será el principal cambio que se operará en ellos?


R.- A mis personajes no suelo ponerles cara y quizá por eso me resista a describirlos; sin embargo, siempre me preocupa su comportamiento, su carácter, su manera de reaccionar, esa experiencia personal que les lleva a ser quienes son. En el caso de Todo a un tiempo me encontré hablando de Inés y Juan, sin darme cuenta, hasta la primara corrección, de qué nombres había elegido. Podría haberlos cambiado, sin duda, pero me resultó gracioso que mi subconsciente hubiese apostado por ese vínculo literario. De hecho, mis protagonistas no se parecen en nada a los arquetípicos: nada más alejado del libertino don Juan, que mi Juan García, y nada más distante de la inocente doña Inés, que mi Inés Márquez. Mis personajes cargan con su pasado como pueden; en el caso del inspector, es un pasado que se enraíza en su infancia, en sus orígenes; en el caso de Inés, es un pasado cercano, que se inicia en la propia narración. Pero ambos tendrán que descubrir la motivación de sus actos para hallar el equilibrio perdido.

P.- ¿Qué te une a esta trama de manuscritos perdidos e historias antiguas?

R.- Nada, en realidad. Todo surgió a partir de la imagen de una chica que camina bajo la lluvia, luchando contra el viento hasta que su paraguas se da la vuelta, y de un hombre que se acerca a protegerla con el suyo. Una imagen absurda, como casi siempre. El cómo llegué de ahí al Dioscórides, a Abderramán III, a Toda, a Sancho el Craso… es un misterio para mí. Me suele suceder. Que haya escrito sobre libros antiguos puede deberse a una especie de fetichismo que me hace apreciar los volúmenes hermosos y me impide deshacerme de cualquier ejemplar, por vulgar que sea. Que haya viajado en mi novela a Granada o Córdoba, ciudades hermosas que algo conozco, puede responder a un deseo de recordar su historia. Y así podría seguir buscando conexiones con distintos aspectos de la novela, pero lo cierto es que no sé por qué acabé donde lo hice. Solo recuerdo la imagen inicial, como cada vez que me pongo a escribir. Después, el libro va creciendo poco a poco.


P.- ¿Qué importancia tiene la lluvia en Todo a un tiempo?

R.- La lluvia es casi un personaje más, una constante que acompaña a los protagonistas, que propicia sus reflexiones y sus recuerdos, que impone su cadencia hasta desesperar, a veces. Es la lluvia la que pone en contacto a los protagonistas y la que propicia el desenlace; está, por tanto, al principio y al final de la novela, pero también al inicio de cada capítulo, recurrente, obsesiva. Lo curioso es que escribí esta novela el año pasado, en un período de una gran sequía, de esas que cíclicamente nos persiguen. Imagino que ese deseo de lluvia -siempre me ha gustado mucho- se convirtió en el contrapunto de la acción. Me he dado cuenta de que también escribo sobre las cosas que echo en falta, y aquí está el ejemplo.


P.- ¿En qué lugar y por qué está allí ambientada tu novela?

R.- La acción principal transcurre en Madrid, como muchas otras de mis novelas, aunque en este caso no hay paseos por sus calles, no hay descripciones de plazas o edificios. Es Madrid, pero podría ser cualquier otra ciudad, porque lo que importa no es el lugar, sino la investigación y el viaje interior de los protagonistas. Importa el alto edificio de oficinas, la casa señorial, el barrio humilde, nada que no pueda encontrarse en cualquier otra urbe.

»En el pasado referencial que surge al hilo de la narración, aparece el al-Ándalus de los siglos X y XI, así como los reinos cristianos coetáneos y posteriores. Ciudades como Córdoba, Elvira, Granada, Pamplona, Carrión se convierten en las etapas de un viaje intergeneracional por el que transita una saga de mujeres de valía.


P.- Has publicado con la editorial Verbum, ¿qué tal ha ido la experiencia?

R.- Bueno, todas las novelas, menos la primera, las he publicado en Verbum, por lo que ya conozco la experiencia. Y he repetido. El único problema que tienen las editoriales pequeñas es su escasa visibilidad. Lamentablemente, si las novelas no se encuentran de manera física en las librerías es muy difícil que se den a conocer y se vendan. Puedo decirte, incluso, que hay tiendas de libros y cadenas comerciales que se niegan a trabajar con algunas editoriales menores, que se niegan a tramitarte un encargo y te recomiendan comprar la novela por internet. Insisto en que se trata de tiendas de libros; para mí, las librerías son otra cosa, aunque de esas cada vez queden menos.


P.- Atrapando la luz o Mientras sorprendan los días han sido tus anteriores novelas. No paras de escribir. ¿Qué temas o géneros son los que nunca tocarías en tus libros?

R.- Bueno, no paro de escribir, es verdad. Lo hago siempre que puedo, pero hay que tener en cuanta que algunas de estas novelas llevaban ya algún tiempo en el cajón antes de publicarse. En cuanto a tu pregunta, no creo que haya ningún tema del que no se pueda escribir, lo que sucede es que tiene que encontrarte en el momento adecuado. En realidad, no es el tema en sí lo que importa, sino el punto de vista desde el que se aborde. Sin embargo, sí hay géneros en los que no creo que me sintiese cómoda. La ciencia ficción, por ejemplo, está fuera de mis capacidades, y eso que fui lectora de ciencia ficción de joven. Creo que tampoco me sentiría cómoda con la fantasía o el terror. Puedo leerlos, incluso con gusto, pero no sabría escribirlos.

P.- Tendrías que haber publicado el libro hace unos meses, pero por la COVID-19 fue imposible. Como escritora, ¿cómo has vivido todo lo que ha pasado?

R.- Lo cierto es que el libro sí se publicó, pero se quedó en un almacén en cuarentena también, a la espera de la desescalada, como todos nosotros. ¿Qué cómo lo he vivido? Pues, para mi propia sorpresa, con mucha tranquilidad. En casa era yo quien salía cuando había que hacerlo y, aunque las cosas se olvidan demasiado pronto, recordaré siempre la imagen de la carretera cercana a casa llena de urracas caminando sobre el asfalto, el silencio inmenso, el ruido del primer avión que sobrevoló la zona semanas después, la naturaleza que seguía hermosa, ignorante de la tragedia. Me sorprendió la facilidad con que nos adaptamos a todo, con que buscamos pequeñas alegrías que nos ayuden a seguir. Por último, puedo decirte que he añorado tanto el mar que comencé a escribir una novela en la que surge con fuerza desde la primera línea.


P.- ¿Has sido de las que has leído más con el confinamiento?, ¿qué títulos han pasado por tus manos?

R.- Pues he leído, sí. Primero por una relativa obligación, pues estaba en el jurado de un premio de narrativa que me ocupó varias semanas. Al margen, tenía en casa pendiente de lectura La madre de Frankenstein, de Almudena Grandes, así que aproveché. Otras novelas que recuerdo ahora son Tiempos recios, de Vargas Llosa, o El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tîbuleac; también he releído a George Eliot, Middlemarch, a Hardy, Jude, the Obscure,  y  Faulkner, Light in August; ahora, ya en estos últimos tiempos, al enfrascarme más en lo que estoy escribiendo, me he pasado a la poesía.

P.- Si queremos comprar tu novela desde Amazon, nos aparece que hay otra cubierta distinta de un libro que se llama Tag Manager. ¿Por qué ocurre esto? 

R.-  Ya lo sé, ya. Llevamos peleando con Amazon desde el principio. No hacen caso a Verbum, como editorial, ni a mí. Es un desastre. En la novela anterior cambiaron el resumen y me pusieron las Actas de un Congreso de Historia. Está claro que no tengo suerte con Amazon. Con las editoriales pequeñas se pasan un montón, pero es inútil discutir. Quizá un día decidan cambiar la portada, a saber, pero mientras tanto la gente no sabe si comprar el libro, porque no tienen claro si van a recibir mi novela o cualquier otra cosa... Y es muy desesperante no poder hacer nada frente a una situación así. Tanto trabajo para que un inepto te juegue una mala pasada.


P.- ¿Pero habéis intentado hablar con Amazon y no os lo solucionan?

R.- Sí, yo lo he intentado todo, sin éxito. Verbum también ha contactado con ellos, como vendedor del producto, pero nada. Parece que la portada en cuestión corresponde a una colección de obras sobre social media, y en su caso la portada está bien; vaya, que no es que estén bailadas, sino que la mía se ha suprimido, directamente. Quizá algún día la cambien; esperemos, porque entre la pandemia y la portada, la pobre novela tiene un futuro poco halagüeño. De todos modos, creo que no es un caso aislado; hay otros autores  que me han comentado que han tenido también problemas. Pero en Agapea está bien la portada.


P.- ¿Cuál ha sido el mejor consejo que te han dado como escritora?

R.- Pues creo que nunca me han dado un consejo como tal, la verdad. Pero me lo puedo dar a mí misma: lee cuanto puedas. Yo hago todo lo posible por seguirlo, claro. Y otro bueno sería: disfruta cuando escribas. Creo que son los dos pilares de la escritura.


P.- En estos tiempos, el sector del libro necesita de nuestra ayuda, ¿a qué autor o libro español recomendarías para ir a comprarlo hoy mismo a las librerías?

R.- En narrativa hay tantos… Recomendaría a Ana María Matute, Javier Marías, Chirbes, Almudena Grandes, Juan Marsé, Muñoz Molina, Landero y muchos más, pero no creo que ninguno necesite mi recomendación.

»En poesía, hay un poemario poco conocido, pero que me gusta mucho: Tu oscuro nombre, de Alfredo Piquer Garzón. Tuve la suerte de conocerlo a través de un programa literario radiofónico en el que colaboro y creo que se merece un mayor reconocimiento.



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