J.M. Jurado García-Posada: Herbario de sombras



Hondo conjuro

Los malos libros —el arte malo— apenas inspiran palabra ni sentimiento alguno. Nos dejan en nada o incluso peor: tal como éramos. Herbario de sombras, el poemario del que aquí viene a hablarse, de José María Jurado, no.

Extiendo las notas recogidas durante su lectura mientras Debussy escapa de la habitación de un hijo. La edición de este herbario me turba —por bella—: marfil al fondo, verdes trazos, un temor primero a profanar sus páginas. Dentro, el asombro, la vida que aflora en la penumbra. ¿Qué rescatamos, y cómo, y para qué, y desde cuándo? Se atisban inviernos. La caída del sol que brilló tanto. El tiempo avanza y es gran caballero: cumple siempre su palabra.

Uno tiende a ordenar su huerto y su jardín. Como se ordena, de modos afines, todo texto. Esta colección lírica la forman cincuenta piezas, distribuidas en cinco partes al siguiente compás: 8, 16, 8, 10, 8. Un ocho que se triplica y posiciona equidistante. No es mi campo el de la intriga, pero da para cábalas.

Parte I. El mundo de ayer. Alusión a Zweig y a las sombras que este autor supo leer en la historia. Alusión también al mundo artístico, vasto, musical y multilingüe, en el que aparecen Rilke, Dvorák, Keats, Cervantes; incluso una Paloma y una Inés, muestras iguales de creación pura.

Parte II. Invernadero. El tramo más ancho, donde el herbario engrosa sus hojas y nos refugia de los fríos por venir. A través de Juan Ramón, Hölderlin, Cernuda, Shakespeare, Zurbarán, Eliot, von Martius o von Humboldt (los guiños y referencias son amplios) se nos trasmite el ímpetu por florecer pese a lo oscuro y las tormentas. Se elige, y así se muestra, el ser frente al parecer, lo esencial frente a lo perecedero.

Parte III. Las voces de la tribu. Tras lo inmanente y trascendente («la belleza apolínea»), se hace sitio a lo real y corporal («la belleza convulsa»). Ambas se acoplan. Franz Schubert convive con Manuel Vallejo, y ambos nos conmueven y nos cantan. El toro y el abanico. Amy Winehouse y Rosalía. «Abandonad los cuartos amarillos / hacia la noche abierta colmada de deseo».

Parte IV. Diez canciones alemanas. Este bloque, el más homogéneo en la forma (heptasílabos todos, el verso cantor, que impera absoluto), desentona levemente en el conjunto, pero su ‘Viaje de invierno’ y el aire becqueriano que lo empapa lo salvan. Cada canción se titula en alemán y subtitula en castellano, como si estuviéramos frente a la versión original de una película. Grata experiencia.

Parte V. Cerrar una casa. La parte más diversa geográfica, temática y formalmente. Hay un regreso a la memoria del padre. Un ‘Cuarto de estudio’ poblado de haikus. Y una hermosa despedida aceptando la muerte. «No se debe cortar la rosa del rosal del presente», advertía la acotación de la apertura, coherente con: «Es en el vencimiento donde todo se explica / hay que acabar al fin para entenderlo todo».

Hay mucho más en este herbario, en el que suena la tradición andaluza creadora. Las herencias recibidas y su misterio. Y una mirada clara a lo que pervive en el aquí —de lo previo—. El viaje, el otro, lo universal y lo sensible; la naturaleza y su relación con lo bello y lo perenne. El alma abierta.

Segunda estrofa del soneto ‘Un patio’:

«Esta luz andaluza, rayo duro,
claridad de los muertos y los vivos,
combate en los zaguanes pensativos,
las hondas andanadas de lo oscuro».

Este libro podría ser un paso de Semana Santa. Porque asombrar quiere decir también echar la sombra. Ese asombro —esas sombras— se vierten con tipografía Zenobia (según colofón) e impronta juanramoniana. Y lo hacen en una variada métrica, abundante en endecasílabo (como Margarit y tantos otros), con sonetos, silvas y alejandrinos brotando, en diversa cepa, de los mismos pies.

Parece que el autor, escritor e ingeniero, tiene otros seis títulos en proceso de preparación. Arte y ciencia se dan la mano, como nuestros hemisferios (¿cuáles? ¿izquierdo y derecho? ¿Norte y Sur?). Jurado nos protege de las sombras con su conjuro venturoso. Recitado desde el más allá y sobre todo desde el más adentro, donde todos nos parecemos mucho. «¿Quién en lo hondo grita y no lo escucha nadie?». The End.

Herbario de sombras (Los Papeles del Sitio, 2019), de José María Jurado García-Posada | 100 páginas | 16 euros.

* Reseña publicada el 22/05/2020 en Estado Crítico.

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