Mis alumn@s escriben: Cometierra de Dolores Reyes

cometierra

Fomentar el espíritu crítico en los talleristas o los alumnxs de mis cursos tiene muchas cosas buenas y una de ellas es que no me hacen ni caso. Por eso os voy a dejar una selección del trabajo final de las mejores críticas de mi último curso, del que estoy muy orgullosa ❤ Hoy toca Cometierra, de Dolores Reyes, reseña de Susana Molledo Pouso. En el enlace tenéis la que hice yo. Espero que os guste.  Contadme.

bertadelgadomelgosa@gmail.com ❤

Esta novela aparentemente corta, pero que sobrepasa las 170 páginas, es una historia extraña de principio a fin. Podría formar parte de un texto cercano al realismo mágico si Dolores Reyes hubiera resuelto de forma correcta tal paradoja, pero el argumento queda en un limbo no solventado entre lo mágico, el don con el que cuenta el personaje protagonista, Cometierra, y lo real, el horror que da pie al argumento mismo de la novela: una joven capaz de ver los crímenes que se cometen a su alrededor cuando come tierra. El comienzo de la novela es impactante. La primera visión de la protagonista es comprobar que la mano que ha acabado con su madre es la de su propio padre. A partir de ese momento se convertirá, muy a su pesar, en Cometierra, una joven a la que sus vecinos pedirán ayuda llevándole tierra de sus casas para que encuentre a sus desaparecidos, todos ellos mujeres y niños desfavorecidos, habitantes, como ella, de barrios marginales de Buenos Aires, que han sido hechos desaparecer, en realidad, y la mayor parte, además, asesinados. Lo que podría haber sido la excusa perfecta para realizar una crítica feroz y valiente del peligro que mujeres y niños corren en parte de la sociedad argentina actual, se convierte en una narración aburrida por lo reiterativa.

Aunque cuenta con una estructura claramente lineal dividida en tres partes, con una trama bien construida de principio a fin, la autora no es capaz de centrarnos en el relato. No consigue la fuerza que el tema elegido requiere. Las injusticias cometidas contra colectivos vulnerables, con la connivencia de gran parte de la policía, dan para mucho más, pero no hay garra en la forma de contarnos esta terrible historia. Y eso que tiene otro aliado: el narrador. Un acierto haber elegido la primera persona, porque al lector le llega desde muy cerca el dolor que siente la protagonista cuando usa su don, que es al mismo tiempo su maldición. Pero aun así el relato de los acontecimientos resulta confuso y desordenado.

Hay tres puntos que deberían ser suficientes, y no lo son, para atrapar al lector: historia extrema de denuncia social, un personaje-narrador que ve más allá que el resto de los personajes y una trama bien organizada, a pesar de la nada clara cronología de los hechos.

Los personajes que conviven de una u otra manera con la protagonista no resultan interesantes para la historia: su hermano Walter, la tía y la profesora, el policía, los amigos… Son estos pero podrían haber sido otros y la historia sería la misma.

Dolores Reyes utiliza un estilo sobrio y conciso, en ocasiones muy lírico, que por desgracia desaparece tras las primeras páginas. Alguna frase, incluso, al principio de la novela me ha traído a la mente al inimitable Miguel Hernández: “Cierro los ojos para apoyar las manos sobre la tierra que acaba de taparte, mamá, y se me hace de noche. Cierro los puños, atrapo y la llevo a la boca”.

La prosa casi poética que, como he dicho, aparece al comienzo de la novela, desaparece por completo para dar lugar a una prosa deslavazada repleta de errores gramaticales y de tiempos verbales mal construidos. Podríamos pensar que se trata de la forma de hablar de sus personajes, pero no son aspectos que determinen un bajo cultural sino errores habituales en personas de cualquier clase social.

En cuanto al lenguaje de esta obra, si la autora o la editorial quieren hacerse un hueco entre los lectores españoles deberían replantearse la cuestión de los argentinismos que pueblan la novela. Hay una cantidad excesiva; muchos de ellos localismos, lo que dificulta enormemente su lectura. Algunos podemos adivinarlos por el contexto; no así otros muchos, que solo consiguen echarnos una y otra vez de la historia cada vez que acudimos al diccionario. Aunque tal vez habría que perdonar en este punto a la autora, pues seguramente nunca imaginó llegar a un público allende los mares con esta obra.

No quiero terminar este modesto análisis sin añadir un detalle importante que aparece en Cometierra y que hemos estudiado a lo largo de este curso. En uno de los momentos claves del relato la autora se saca de la manga una escena que resta verosimilitud al relato y rompe la continuidad del argumento: la aparición del padre, cual superhéroe de comic, no debería tener cabida ni siquiera en una novela como esta.

Susana Molledo Pouso

Editorial Sigilo

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