CUENTO LAS HORAS



esto de ir terminando la ruta sí que eriza la piel, más que mis queridísimas películas de terror y de culto, tras los malos tragos y las jornadas salvajes de zapatos y carretera, la playa al fin a la vista, la poesía y la ensoñación... así sí, pienso mientras conduzco jubiloso la furgoneta, los días más largos, las siestas después de comer, las plantas creciendo en la terraza y las tardes de vino y rosas... así sí que sí, me repito como un mantra, aunque mirando hacia atrás sin ira me maree aún y el vértigo se apodere de mí, y este incendio de mi gremio me queme como un estigma todavía en los pies... unas cuantas visitas más, unos cuantos zapatos aún, y la gigantesca playa de Doñana, agreste y pura como ninguna, esperándome en la distancia... cuento, impaciente, las horas...


Vicente Muñoz Álvarez

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