E. Zamiátin: Nosotros

Evgueni Zamiátin: Nosotros.
Ediciones Akal. Traducción y prólogo de Sergio Hernández-Ranera.

«Nosotros es una novela rompedora, como no podía ser de otra manera en un hombre que se hallaba construyendo un rompehielos mientras la escribía», dice Sergio Hernández-Ranera. Un hombre que, según este mismo prologuista, «era un genio».

Fue escrita en 1920, aunque desde ningún punto de vista lo parezca. Vio la luz en 1924 en traducción al inglés. Con el fin de desbloquear su carrera literaria, Zamiátin pidió permiso a Stalin para ser expulsado o poder salir de la URSS. En el código penal soviético de entonces, el exilio se encontraba tan solo un escalón por debajo de la pena de muerte. Frente al silencio y la censura literarios, Zamiátin lo consideró más soportable.

La autorización para salir de la URSS le fue concedida (su milagrosa carta a Stalin va incluida en esta edición). Zamiátin falleció en París en 1937, en la miseria y sin reconocimiento. Hasta 1988, a la vez que la orwelliana 1984, Nosotros no se publicó en ruso.

De distopías, totalitarismos y ciencia ficción vamos bien servidos hoy en día, pero en 1920 la novela de Zamiátin supuso una revolucionaria novedad. Orwell reconoció haberla leído con entusiasmo, y los elementos que comparte con 1984 son más que obvios.

D-503, el protagonista y narrador (ingeniero como Zamiátin; número como el resto de personajes de Nosotros), es el constructor del INTEGRAL, la nave que abandonará la Tierra para llevar «la felicidad matemáticamente infalible» a otras zonas del universo. Se dirige a los habitantes de esos otros mundos en un tono ingenuo y un tanto infantil, como a veces muestran los hombres de ciencia. Intenta resumir los entresijos del Estado Único en anotaciones concisas y ordenadas, mientras que como individuo-número su vida se complica.

Un mundo bajo control amenazado por la irracionalidad de la imaginación y sus inexactas matemáticas. El poder como fin en sí mismo, calculador, sin límites ni conciencia.

Tantas cosas parecen mentira —tantas cosas parecen improbables— que el curso futuro, como siempre, se torna imprevisible.

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