La marioneta airada

A mi pesar, no dejo de estar fascinado por Pedro Sánchez. Lo que no tengo claro es si por su cerrilidad o por su falta de oportunidad histórica. Lo único seguro es que Gollum nunca desplegó tamaña tenacidad en la consecución de su anillo. Pedro Sánchez, a quien la historia recordará como “Noesno”, fue una marioneta que colocaron en la secretaría general a la espera de que escampase –gran ceguera de los prominenten- sin tener en cuenta que hay ciertas marionetas que tienen muy mala leche. A mí me gustan los títeres que cortan sus cuerdas, y fue el caso. Sánchez dispuso entonces de la oportunidad de gritar que él también era Espartaco, y lo que sucedió fueron dos derrotas consecutivas y la apertura de los sellos apocalípticos, con el consiguiente ruido de cuchillería, es decir, que le hicieron la cama. Tras estas quisicosas, el señor Sánchez, que personalmente no me producía ninguna impresión ni de seguridad ni de liderazgo pero que tampoco tenía especialmente enfilado, se destapó como un desesperado perseguidor de “su tesoro”, ya fuera a costa de la unidad nacional o la destrucción de un partido con tantos años de historia. Algo estremecedor. Y lo es porque si tenemos en cuenta que el malhadado Zapatero ha sido el peor presidente de la democracia –me tuvo tres años encabronado-, yo no contaba con que alguien lo hiciese bueno. Si alguien interpreta este artículo como un ataque al PSOE, nada más lejos de mi intención. Los otros dos candidatos a liderarlo tampoco despiertan en mí la urgencia de sacar los pompones de cheerleader, pero al menos están por probar. Tengo tanto interés en que el ecosistema político funcione de una manera higiénica y regular, que mi preocupación por un partido socialista agrietado es mayúscula. De ahí mi zozobra por el regreso de la marioneta airada, tanta como la que siento cada vez que escucho a Pablo Iglesias intentar deslegitimar el principio de representatividad con aquello de que “hay que sacar la política fuera del parlamento” y “dar voz al pueblo”, o a Rafael Hernando asegurar que ellos no están engrasando las puertas giratorias o que el gobierno no tiene que ver con la factura de la luz. En caso de que Pedro Sánchez Castejón ganase –no hay nada escrito- sería un líder nefasto para el PSOE –no quiero ni pensar en España-, demagógico, tramposo y polarizador. Esperemos que esta sea su última cabalgada.    

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