Murió con los ojos abiertos, de Derek Raymond


No sé dónde leí hace tiempo unas cuantas alabanzas sobre las novelas que Derek Raymond (pseudónimo de Robin Cook cuando escribía novela policiaca) había publicado en torno a La Fábrica (una central de policía). Así que de inmediato compré los únicos tres libros suyos traducidos en España: Murió con los ojos abiertos, El diablo vuelve a casa y Réquiem por Dora Suárez (los encontré baratos en librerías de saldo). Derek Raymond fue considerado "el padre de la novela negra británica". El caso es que los encontré y los metí en la pila, y no ha sido hasta hace unas semanas que alguien citó a este autor (puede que fuera Iain Sinclair, ya no estoy seguro) y he empezado a leerlo.

En Murió con los ojos abiertos nos encontramos con la investigación de un policía: encuentran el cadáver de un hombre (alcohólico, escritor desconocido y amateur, a menudo denostado en las tabernas, etc.) que ha sido asesinado tras someterlo a varias torturas, como si no se hubiera encargado un profesional o un asesino en serie, sino alguien sádico. Lo sorprendente es que lo hayan matado con tanta saña cuando era un don nadie, un tipo que no tenía dónde caerse muerto. Y por eso el sargento encargado del caso se obsesiona con averiguar la verdad.

Una de las particularidades de la novela es que el muerto dejó varias cintas grabadas donde se culpaba de la mala relación con su hija y su ex mujer, y donde cuenta varios pormenores de su vida. La transcripción de las cintas, que el detective escucha a ratos, depara algunos de los mejores pasajes. Veamos dos ejemplos:

Cualquiera que considere que el arte de escribir sea un paseo agradable hacia un estilo de vida característico de la mediana edad solo conseguirá producir auténticos bodrios.

No he sido bueno y quiero que intentes perdonarme si eres capaz. Lo único que te pido es que nunca permitas que los demás me difamen. Los que se dedican a levantar calumnias son aquellos que nunca conocen toda la verdad y fundamentan sus opiniones a partir de los rumores, y la gente así tampoco es buena.

La introducción es de James Sallis y nos pone en antecedentes, aunque la novela de Raymond que a él más le impactó fue Réquiem por Dora Suárez. Sallis dice que una de las virtudes de esta novela, la que hoy comento, es la manera en la que el detective trata de comprender a la víctima: A menudo, el hecho de penetrar esas mentes nos brinda una especie de estilo poético maravillosamente brutal y, a la vez, extrañamente suave […] Las de Derek Raymond son novelas que retratan un mundo despiadado, que no dejan indiferente al lector. Pronto leeré las otras dos.


[Ediciones Ámbar. Traducción de Mario Sureda]

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