Ghía Lucian Blaga. Marco Antonio Maravilloso

Bellas manos

Presiento:
bellas manos, como abrazáis ahora
con vuestro color mi frente llena de sueños,
así también abrazaréis un día
la urna con mis cenizas.

Sueño:
bellas manos, cuando calientes labios soplen
en el viento mis cenizas,
las que tendréis en las manos como un cáliz sin asas,
seréis como unas flores
desde las cuales la brisa derrama el polen.

Y lloro:
seréis aún jóvenes entonces, bellas manos.

Lucian Blaga
(Dario Novâceanu)

Poemas rumanos
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Lucian Blaga (1895-1961)
Poeta y dramaturgo, filósofo y ensayista, Lucian Blaga es una de las figuras más importantes de la cultura y literatura rumanas entre las dos guerras. Su lírica, en sus comienzos expresionista en Poemele luminii (Los poemas de la luz, 1919), cultiva el vitalismo dionisiaco, de esencia nietzscheana, evidente en Paşii profetului (Los pasos del profeta, 1921), y está marcada por una permanente obsesión con la muerte, como enÎn marea trecere (En el gran correr, 1924) y, más tarde, de un sentimiento de añoranza (La curţile dorului – En el castillo de la añoranza,1938). En su último periodo de creación, el poeta canta el amor de la edad madura en versos de un sensualismo discreto, evidente en sus poemas póstumos: Cântecul focului (La canción del fuego).

Señal de otoño
Ayer una voz se alzó desde lo más hondo
amarga, amarga, amarga.
Muriéndose, muchos ángeles han dejado
su arcilla en el país.
Ayer en el cielo brilló una señal
en el círculo del engaño.
Después, los vencejos se han llevado
el viento a Saturno.

Inscripción en un madero
Alma y voz,
un fogón para vivir,
el regalo que ofreces,
la querida que tienes,
umbrales del paraíso.

Inscripción en una casa nueva
Todo está en su lugar:
la araña se queda en su telaraña
como si fuera un mundo de seda.
Nada añora
para salir de su prisión.
Todo está en su lugar:
la piedra, la flor, el cántaro,
el fogón, el pedernal, el acero y la yesca.
Una sola ley para todos:
hacerse horizonte de su propio mirador
para sentirse bien en su propia casa.

(VERSIÓN DE DARÍO NOVÂCEANU)



 ÍNDICE
Presentación 4
Para los lectores 6
Yo no aplasto la corola de
milagros del mundo 6
El roble 7
De tu cabello 8
Orilla del mar 8
Silencio 9
Bellas manos 10
La milagrosa semilla 10
Las lágrimas 12
Eva 13
Melancolía 13
La cuna 14
El viejo monje me dice desde el umbral 15
Carta 16
Sueño 17
Paisaje trascendental 17
Elegía 18
Tristeza metafísica 19
Quiromancia 20
Enfermedad 20
La alondra 21
El sol ibérico 21
Alma, lecho de pecados 22
Morada 22
Canción de origen 23
La estalactita 23
En el trigal 24
Autorretrato 24
Final 25
LUCIAN BLAGA
Presentación, selección
y versión en español de
Darío Novâceanu
UNIVERSIDAD NACIONALAUTÓNOMA DEMÉXICO
COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL
DIRECCIÓN DE LITERATURA
MÉXICO, 2007
4
PRESENTACIÓN
Las palabras del traductor suelen ser disculpas redondas,
alafias y/o explicaciones encadenas dentro
de un sistema defensivo propio para encaminar de
cierto modo la opinión del lector.Yo no acostumbro
juzgarme a mí mismo: tengo aversión por la alabanza
disfrazada de crítica —esa ciencia tan aguda
y justa como subjetiva e inexacta—y es por esto que
no voy a decir cómo traduje los poemas que siguen,
sino por qué los traduje.
La traducción de estos poemas la realicé
porque son de Lucian Blaga, y porque Lucian Blaga
es (yo no tengo duda de ello) uno de los más grandes
poetas europeos de la primera mitad del siglo
xx. Los traduje porque Lucian Blaga es prácticamente
desconocido fuera de las tierras rumanas, y
porque alguien tenía que empezar, y como nadie lo
hacía, lo hice yo.
Ese gran desconocimiento o ignorancia (y
no ignorancia rumana) no es, de algún modo, culpa
de nadie: por haberse afirmado tarde, como toda
nuestra cultura, la poesía rumana nunca se preocupó
por el reconocimiento ajeno. Una muy directa y
siempre eficaz comunicación con su ambiente, con
el espíritu del pueblo rumano, fue y sigue siendo la
máxima aspiración de la poesía rumana. Lucian
Blaga (1895-1961) tenía que cumplir con esta exigencia,
y puedo decir que lo ha cumplido como
nadie: filósofo y biólogo graduado por la Universidad
deViena, hubiera podido traducirse a sí mismo
por lo menos en cinco idiomas europeos que dominaba
a la perfección y no lo hizo. En cambio, tradujo
al rumano una cantidad impresionante de poesía,
sobre todo francesa, alemana—suya es lamejor ver5
sión del Fausto—, italiana, inglesa y portuguesa.Y nos
ha dejado su gran poesía—más de 15 libros—, su teatro
—un teatro lleno de leyendas y mitos— y una
obra filosófica sin par: tres grandes trilogías—del conocimiento,
de los valores y de la cultura— además
de sus trabajos científicos.
Desde luego, no es éste el lugar, ni el momento
oportuno, para hablar de toda esta obra.
Además,mi intención es dejar opinar al lector.Descubrirá
dentro de estos poemas una extraña
espontaneidad mitológica, un alto vivir sensible
tanto al misterio como a la realidad inmediata, un
espacio poético vertical descifrable en todo su discurso.
Descubrirá también una lágrima antigua, una
voz plañidera, una fábula, las huellas de un villancico,
una estrella vagabunda por cielos inexistentes.
Todo esto representa el universo poético de Lucian
Blaga. Para ponerlo en movimiento, Blaga hará uso
de todos los instrumentos estéticos posibles, pero
sobre todo de la metáfora, de una manera muy suya
en cuanto al dominio de la palabra: una manera
dentro de la cual se pierde la rigidez socrática y gana
la fluidez propia de la vida misma.
¡Ojalá que el lector, al descubrir esta poesía,
tenga la misma emoción que yo al descubrir la antigua
hermosura de Palenque!
DARÍO NOVÂCEANU

Y

DE TU CABELLO
La sabiduría de un mago me contó una vez
algo de un velo que no pueden traspasar las miradas,
telaraña que esconde al ser en todas sus partes
impidiéndonos ver lo que es real.
Ahora, cuando me oscureces las mejillas y los ojos
con tu cabello
desmayado por sus ricas olas negras,
estoy soñando que el velo, el que transforma
en misterio
todo lo ancho del mundo, está tejido
de tu cabello,
y grito,
y grito,
y por primera vez siento
todo el hechizo que me dijo el mago.

ORILLA DEL MAR
Viñas rojas,
viñas verdes ahogan las casas bajo salvajes tallos
poderosos, como pólipos
que apretasen en sus brazos una víctima.
El sol saliendo limpia de sangre en el mar

las lanzas con que mató rápido a la noche
como una fiera.
Yo
me quedo en la orilla—mi alma está lejos de su
casa.
Se ha perdido por un sendero sin fin y no encuentra
el camino para volver.


BELLAS MANOS
Presiento:
bellas manos, como abrazáis ahora
con vuestro color mi frente llena de sueños,
así también abrazaréis un día
la urna con mis cenizas.
Sueño:
bellas manos, cuando calientes labios soplen
en el viento mis cenizas,
las que tendréis en lasmanos como un cáliz sin asas,
seréis como unas flores
desde las cuales la brisa derrama el polen.
Y lloro:
seréis aún jóvenes entonces, bellas manos.

LA MILAGROSA SEMILLA
Sonriendo, con dulces palabras me imploras
que te busque esas semillas por tantos codiciadas
que germinan en el hermoso huerto de la Utopía
a cuyo alrededor relámpagos fecundos
juegan iluminando las apacibles linfas.
Iré dejando a un lado la ciudad rumorosa,
y con pasos más firmes
que aquellos que me llevan bajo floridos arcos,
caminaré por los mercados de la primavera
en busca de los vendedores de semillas.
Tú has adivinado mi natural predilección,
mi amor profundo
por todo lo que nace en la tierra de mi patria,
11
todo lo que en sus fuentes se multiplica y crece.
Tú has adivinado cómo me maravilla
contemplar la creación aún oculta en el grano,
ese pequeño dios que espera caer
en los surcos de marzo.
He visto en ocasiones la milagrosa semilla
que guarda en su interior los supremos poderes.
No hay nada extraordinario en su apariencia,
pero su estirpe me inclina a suponer
que es ella la semilla que me pides.
Luminosos son siempre los colores que muestra,
verdaderos tesoros, en los sacos abiertos.
Pueden los granos ser imaginados: amarillos
o rojos y verdes y sepias y dorados.
Puros en ocasiones, otras veces mezclados.
Semejantes colores, tan nítidos y frescos,
sólo en los escudos de armas de algún país
se encuentran, y en los huevos de los pájaros.
Si llevas la joven semilla en las manos,
te parecerá oír el sonido de la sedosa arena
en las riberas de los mares orientales.
Cuando era niño, me gustaba meterme desnudo
en las barricadas llenas de trigo,
hundido hasta la boca en los granos de oro.
Sentía entonces en los hombros como el peso de un río.
Y ahora, cuando han pasado tantos años
y veo alguna vez los sacos de semillas,
apenas puedo dominar el deseo
de frotarlos contra mi rostro.
Sólo me detiene el temor
12
de despertar a las deidades solares,
soñadoras, firmes y dóciles.
¡Benditas sean las semillas de hoy y de siempre!
El pensamiento de un verano cálido
y un alto cielo de luz violeta y pura
se esconden en ellas mientras dormitan.
Un dulce crujido de campo y mediodía
palpita en el sueño de las semillas,
un siglo que transcurre,
un pueblo de hondas frondas
y un rumor de estirpe que canta.

LAS LÁGRIMAS
Cuando echado del nido de la eternidad,
el primer hombre
pasaba asombrado y pensativo por los bosques
y campos,
le apenaban
la luz, las nubes, el horizonte—y de cualquier flor
le punzaba un recuerdo del paraíso.
Y el primer hombre, el errante, no sabía llorar.
Una vez, agotado por el azul tan claro
de la primavera,
con alma de niño el primer hombre
cayó de cara al polvo:
“Padre, arráncame los ojos
o si te es posible fabrica sobre ellos
una telaraña, una mortaja,
para que no vea más
ni flor, ni cielo, ni sonrisa de Eva, ni las nubes,
porque toda esa luz me duele”.
13
Entonces, El Piadoso, en un instante demisericordia
le dio las lágrimas.

MELANCOLÍA
Un errabundo viento borra sus lágrimas frías
en los cristales. Llueve.
Inquietantes tristezas me llegan, pero todo
14
el dolor que siento no lo siento en mí,
en el corazón,
en el pecho,
sino en las gotas pasajeras de la lluvia.
Injertado a mi ser el inmenso mundo
con su otoño y su crepúsculo
me duele como una llaga.
Hacia las peñas pasan las nubes de rebosantes ubres.
Y llueve.

LA CUNA
Estaba cansado
y sufría.
Creo que sufría de tanta alma.
En las colinas del amanecer abría los párpados
y los ojos rojizos por el insomnio.
Perdido me pregunté:
Sol,
¿cómo sientes aún la loca alegría
de levantarte?
Y en aquella mañana sin sueño,
como andaba con pasos de plomo
en un rincón oscuro encontré una cuna.
Las arañas tejían dentro sus pequeños mundos
y las carcomas molían el silencio.
Las miré con el pensamiento muy abierto.
Era la cuna
en la cual una mano envejecida hoy por mi destino
me arrulló
15
el primer dormir y tal vez el primer sueño.
Con los dedos del recuerdo
me palpé
lenta,
despaciosamente,
el pasado, como un ciego,
y saber por qué,
me desplomé interiormente
y entre sollozos
empecé a llorar sobre mi cuna.
Estaba cansado de primavera,
rosas, juventud y risas.
Delirando me buscaba en la vieja cuna
con las manos a mí mismo
como un niño.

EL VIEJO MONJE ME DICE DESDE EL UMBRAL
Joven, tú que vas por la hierba de mi convento,
¿queda mucho aún para que se pongo el sol?
Quiero entregar mi alma
junto con las serpientes aplastadas en lasmadrugadas
por los palos de los pastores.
¿No me contorsioné yo también como ellas
en el polvo?
¿No me retorcí yo también como ellas bajo el sol?
Mi vida ha sido todo lo que quieras,
alguna vez fiera,
otra vez flor,
otra vez campana que riñe con el cielo.
Hoy me callo y el hueco de la tumba
suena en mis oídos como una campana de arcilla.
16
Espero en el umbral la frescura del fin.
¿Queda mucho aún?Ven, joven,
toma tierra en las manos
y pónmela encima como agua y vino.
Bautízame con tierra.
La sombra del mundo pasa sobre mi alma.


SUEÑO
Toda la noche, bailan estrellas en la hierba.
Los senderos desaparecen en el bosque y
en las cuevas.
El gallo enmudece.
Búhos oscuros se sientan como féretros sobre
los abedules.
En la oscuridad sin testigos
se tranquilizan los pájaros, la sangre, el país,
las aventuras en que siempre te pierdes.
Sólo un alma persiste en la brisa,
sin hoy
sin ayer.
Entre los sordos murmullos de los árboles
se alzan siglos de fuego.
Desde el sueño, mi sangre como una ola
regresa
a sus padres.

PAISAJE TRASCENDENTAL
Gallos apocalípticos gritan aún,
gritan desde las aldeas rumanas.
Las fuentes de las noches
abren los ojos y escuchan
las oscuras noticias.
Pájaros como ángeles de agua
trae el mar hacia la orilla.
En la ribera, como incienso en el cabello
sangra por dentro Jesús,
desde las siete palabras de la cruz.
18
Desde los bosques de sueño
y otros oscuros lugares,
las bestias crecidas bajo tempestades
salen furtivas para beber
el agua muerta de los aljibes.
Arde con olas sugeridas
la tierra vestida de trigo.
Alas con sonido de leyenda
se precipitan asustadas hacia el río.
El viento ha entrado en el bosque
para romper ramas y cuernos de ciervos.
Campanas o tal vez ataúdes
cantan bajo la hierba, millares.

ELEGÍA
Tiembla la misma agua y la misma hoja
bajo los golpes del mismo reloj.
¿En qué mundo, en qué sueño te has detenido?
Celestial, ¿bajo qué hierbas te quedaste?
Se vierten en mí los caminos,
todos los que pasaste.
El espejo conserva aún tu rostro
después de partir.
Sin pensamientos, sin ímpetu, sin voz,
seco los ojos húmedos con la manga.
Un vecino escucha por la pared
la negra paciencia del mismo paso.
19

TRISTEZA METAFÍSICA
En los puertos abiertos hacia los secretos
de las grandes aguas,
he cantado con los pescadores,
altas sombras en la orilla,
soñando en buques cargados
por el milagro ajeno.
Al lado de los obreros ceñidos con mallas oxidadas,
he lazado puentes de acero
sobre el vuelo del pájaro puro,
sobre profundos bosques,
y cada puente se arqueaba
llevándonos consigo por tierras de leyenda.
He demorado mucho entre las rocas
al lado de los viejos santos,
como las curanderas del país,
y he esperado que se abriera
una ventana de salvación
entre los poderosos espacios del anochecer.
Con todos y con todo
me retorcí por los caminos, por las orillas,
entre máquinas y las iglesias.
Al lado de fuentes sin fondo,
abrí el ojo del conocimiento.
Recé con los obreros harapientos,
soñé con los pastores de las ovejas
y esperé en los barrancos con los santos.
Ahora me doblo en la luz
y lloro bajo los tardíos restos
de la estrella bajo la cual andamos.
Me alcé las heridas en los vientos
con toda la criatura
y guardé ¡ay, ningún milagro se cumple!
No se cumple, no se cumple jamás.
20
Y sin embargo, con palabras sencillas,
como las nuestras,
hicieron el mundo, los fantasmas, el día y el fuego.
Con pies como los nuestros
Jesús anduvo sobre las aguas.

QUIROMANCIA
A los cuarenta años, esperando aún,
andarás como hoy entre estrellas tristes y hierbas.
A los cuarenta años, ahogándote la palabra,
te perderás dentro de ti—buscando.
A lo largo de los años, un viento
te perseguirá bajo el cielo,
comerás miel negra y callarás doblado.
A los cuarenta como a una orilla llegarás,
donde siempre
esperarás que venga a ti la otra ribera,
eterno saqueo deseándote para los pájaros
del otro horizonte.
Por setenta y siete callejuelas
andarás descalzo y sin cubrirte la cabeza:
¿qué semilla no fue en desierto echada?,
¿qué luz no fue en vano cantada?

ENFERMEDAD
Entró la enfermedad en el mundo,
sin rostro, sin nombre.
¿Es una criatura o solamente viento?
¿Nadie tiene voz para deshechizarla?
21
El hombre está enfermo, enferma la piedra,
se apaga el árbol, se quiebra el fogón.
Negra plata, la arcilla triste y grave,
soy el oro disminuido y enfermo.
Las lágrimas caen oblicuas desde el siglo.
Invoco por señales olvido y curación.

LA ALONDRA
¿Quién canta entre las nubes del día,
al romper el alba?
¿Quién canta allá en lo alto?
Acaso será él, será tan sólo él,
el hombre de la tierra, el mínimo,
con su cuerpo como frescas verduras
y su voz como las claridades celestes,
con su sangre azul como un Ave María.
Sólo puede ser él,
el Cristo de los pájaros,
el que con cada día
resucita de nuevo,
vencedor sin espada,
desde el trigo hasta el cielo
y lava los pecados
de todas las aldeas.

EL SOL IBÉRICO
Soy hombre de bosque y me gusta la hoja.
Pero en la selva de pinos
de Estéril, bajo el sol tórrido,
22
ninguna sombra encuentras
para defenderte de los rayos.
Allí los manantiales no se abren.
Aventados por los molinos de viento
los olores quemantes matan.
Me ilusiono un instante
con el océano que se ve en el horizonte,
pero el agua tampoco tiene sombra
para cubrir mi corazón enfermo.
Para cubrir mi corazón enfermo
añoro las caricias húmedas del rocío,
las caricias gloriosas deValaquia,
espesa y ancha, refrescante colina.

ALMA, LECHO DE PECADOS
Alma, lecho de pecados,
eres nada y eres todo.
La rueda de las estrellas está en ti
y un mundo de fieras.
Eres nada y eres todo:
aire, pájaros errantes,
humo, fogón, tiempos idos
y tierras futuras.
Tu camino no está afuera,
las vías están dentro de ti mismo.
Y tu cielo nace
como la lágrima del llanto.


CANCIÓN DEL ORIGEN
Al origen, a la fuente
sólo en forma de nubes
las aguas vuelven.
Al origen, a la fuente
sólo con añoranzas los caminos vuelven.
¡Oh aguas, nubes, caminos, añoranzas!
¿Qué seré yo cuando vuelva mañana
a la fuente, al origen?
¿Seré nube? ¿Seré añoranza?

LA ESTALACTITA
El silencio es mi sabiduría
y como permanezco inmóvil y sereno,
tal un asceta de piedra,
me parece
que soy un estalactita dentro de una cueva inmensa
con el cielo por bóveda.
Lentas,
lentas,
lentas gotas de luz,
24
gotas de paz, caen incontenibles
del cielo
y se hacen de piedra dentro de mí.

AUTORRETRATO
Lucian Blaga está mudo como un cisne.
En su país
la nieve del cuerpo ocupa el sitio de la palabra.
Su alma está buscando,
en muda, secular búsqueda,
la de siempre,
hasta los últimos confines.
25
Está buscando el agua que se traga el arco iris.
Está buscando el agua
en la cual el arco iris se traga su hermosura
y su inexistencia.
FINAL
Hermano, cualquier libro te parece una enfermedad
vencida.
Pero quien te habla está en la tierra.
Está en el agua, en el viento.
O todavía más lejos.
Con esta hoja cierro las puertas y guardo las llaves.
Estoy en alguna parte, allí abajo o arriba.
Apaga tu vela y pregúntate,
el vivido secreto ¿dónde se fue?
¿Permaneció aún en tus oídos alguna palabra?
Desde el cuento de la sangre
pon el alma hacia la pared
y la lágrima hacia el ocaso.
26

Marco Antonio González

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