A LA CAZA DE LA MUJER

El único amor que conocí fue pornografía de creación propia. Los únicos amantes que deseé irradiaban una desconfianza hacia los hombres que me excluiría siempre. Sucumbí a las fantasías sobre Jean Hilliker y la poseí durante unos breves segundos depravados de droga. En marzo de 1958, James Ellroy invocó una Maldición y tres meses más […]

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