Reencarnación

Por: Leopoldo Lagos Marin

¿Por qué el alma necesita reencarnarse?   Porque en una nueva existencia debe pagar los pecados cometidos en ésta vida.

Cuando lo leía antes, en mi vida humana, me decía: “qué estupidez”. Ahora estoy en el rincón de una puerta, envuelto en mis propias piernas y mi cabeza  tapada con mis manos. Aún me quedan recuerdos de mi vida anterior cuando no soportaba la presencia de los perros, ni su olor, ni sus miradas lastimeras…  Supongo  que esa es mi mirada ahora. Tengo hambre y frío, aunque fuera un trozo de pan duro,  una capa vieja para sentir un poco de calor, cómo te lo agradecería Dios mío. Pero debo pagar en carne propia mis pecados anteriores, cuando los agredía por nada, solo por ser perros. Ahora nadie se me acerca, no sé qué aspecto tengo. Sin embargo siento que mi alma es menos dura, mi cuerpo tiembla, mi cabeza está hundida en mi pecho y así ha pasado mucho tiempo. Las sombras de la noche llegaron, la oscuridad y la tristeza me envuelven  nuevamente. Solo espero que esta agonía no sea eterna.

A lo lejos viene caminando un cachorro con la cabeza arrastrándola al suelo. Veo que tiene heridas en el lomo y en sus ojos se ve la tristeza del abandono. Aún conserva un collar con una medalla en que se encuentra grabado lo que pareciera ser un nombre y un número de teléfono. Se acerca al lugar en que me encuentro. Siento que ya no hay en mí rencores del pasado, lo acojo con la mirada. Lentamente se arrima a mi lado buscando calor. Algo extraño me sucede, como si pudiera  leer su mente, sintiendo todo el inmenso miedo y dolor que sobrelleva. Quisiera salir de este estado de transición en que me encuentro, pero supongo que es  parte del castigo impuesto. Perdón por todo el daño que ocasioné a seres  tan indefensos.

El cachorro gime y tirita pegado a mi cuerpo, se acerca un humano lanzándonos patadas. Otro como era yo. Le gruño mostrando los dientes, se aleja  dejándonos tranquilos Abrazo al chiquito poniendo una de mis patas en su cuerpo. Siento que se calma al mirarme con ojos de agradecimiento y ternura.

Imagen de Pixabay

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