matar la inocencia en un instante

La vida fue reduciéndose a la resignación 
al humo de los cigarrillos que fumaba antes de entregarme a los sueños
al vaso de whisky que bebía para darme ánimos y creer que, 
alguna vez, el sol iluminaría mi cuerpo 
más que la lámpara de tela descocida
a la ausencia de los gemidos de los gatos sobre los techos 
- ya no los escuchaba hacer el amor -
al silencio de la música de los vecinos de al lado
a la boca amordazada que ya no cumpliría promesas. 
Sí. 
Me desperté de la inocencia
había envejecido.


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