QUIZÁS, QUIZÁS, QUIZÁS. Norma Yamille Cuéllar




(Norma Yamille Cuéllar, nuestra hija de Satánas y perra del infierno mexicana, nos envía en exclusiva este fragmento de su nueva novela)

Ella y el primo se nos acercaron, habían pasado ya varias horas, sí, horas. Le di mi número a mi ex jefe: el lunes nos veríamos para cumplir nuestras fantasías. El primo ayudaba a Luis Fernando porque a duras penas caminaba. Al despedirse todavía alcanzó a susurrarme: “Vámonos”. Karina y yo nos quedamos solas (no sin antes bajarles otra cubeta de cheves), le conté a ella que me iba a coger a Luis Fer hasta el lunes y Karina me dijo que era una pendeja total porque “la verga es primero”. Salimos a las 5 de la mañana del Stereo como acostumbrábamos: abrazadas y pedísimas. Tomamos un taxi y al llegar a la casa en Juárez me di cuenta de que mi amiga casi no tenía colchas, por lo que hicimos un esfuerzo para no morir congeladas y, en cambio, platicar sobre mi ex jefe. Sobra decir que nos dieron las 9 de la mañana en esas labores. Nos levantamos a las 3 de la tarde y compramos unos frijoles cocidos que vendían en bolsa de plástico en la tiendita de enfrente de su casa. Asquerosos.

La mañana del lunes (23 de diciembre) preparé mi ropa sexy con encajito, blanca y perfumada, me bañé, me unté cremas, me pinté las uñas, de nuevo me depilé hasta el culo. Mi madre adoptiva estaba pegada al teléfono de la casa, contando a las vecinas hasta la más mínima nimiedad. Entre más se daba cuenta de mi necesidad por el teléfono, más se aferraba a él. Fui a pie hasta un parque de la zona del sur de Monterrey. Mi llamada era importantísima, y entre el escándalo de los carros me sentiría más confiada que entre el poco espacio del calabozo de mis padres adoptivos. Llamé a la oficina de mi ex jefe desde un teléfono público. Marqué como 20 veces. Nada. Me fui a caminar al parque, para pasar el tiempo. Pasó una hora y volví a marcar. Nada. Y… marqué a la oficina.

- Punto Cero Publicidad –saludó Karina.
- ¿Qué onda, wey? –exclamé- ¿qué pedo?
- Ana –dijo, con voz apagada.
- ¿Pos sí, ya no me reconoces, o qué? ¿Sigues crudelia? ¿Te pegaron duro las chev…
- Wey –susurró- es que no sabes…
- ¿Qué pasó? –empecé a preocuparme.
- Pos… Luis Fer anda todo culeado porque en el Stereo andaban sus enemigos, les tomaron foto y video a ti y a él…
- ¡¿Qué!? –grité- ¿¡de qué hablas!? ¿Cuáles enemigos?
- Pos los del Partido Liberal… -bajó más el volumen de su voz- imagínate, tienen imágenes de él tocándote la pierna… hablándote al oído y todo…
- ¿¡Qué chingados!? Si Luis Fer ni es famoso… ¿¡qué jodidos está pasando!?
- Pues eso es lo que él pensaba… acá en la agencia parece funeral… te digo, el wey anda todo culeado, me mandó un mail explicándome todo el pedo y hoy no va a venir a la oficina… sus enemigos podrían pasar el video en la tele esta misma tarde…
- ¿¡Qué!? –volví a gritar, enloquecida- ¿¡en la tele!?
- Pos agárrate, porque a lo mejor sales en Telediario o en Info 7...
- ¡No mameees! –estaba a punto del infarto- ora sí que mis papás adoptivos me van a correr de la puta casa, no pinches mames Karina, ¿ora qué hago?
- Alguien llegó, luego te marco –colgó.

* No volví a saber de Karina ni de Luis Fernando
* No, no salí en TV


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