La vieja Olivetti

57.Mucha gente pierde a menudo los papeles, yo en cambio pierdo las servilletas en los restaurantes y los calcetines en la lavadora.

38.Sentado en el suelo, junto a la parada de autobús, el niño parece inquieto y temeroso. Va vestido de futbolista, con su correspondiente uniforme: botas de tacos cortos,  pensadas para agarrarse en el césped artificial, pantalón negro, camiseta verde y blanca. No parece muy feliz con su inminente cometido.

Su madre, sí.

-Vamos, levántate, ya llega el autobús-, le dice a su pequeño futbolista, que sigue sentado, mirando al suelo.

-Joan, esta noche he soñado que al fin ganareis un partido, exclama la madre.

Un vaticinio que no le despierta un gran entusiasmo. El pequeño Messi arquea las cejas y con un cinismo infantil responde en voz baja: -¿Tú crees?

58. Recupero la vieja Olivetti, que alguien me regaló por la primera comunión. Entonces, recuerdo que muy excitado, empecé a aporrearla algunas noches soñando con ser escritor. Un entusiasmo que duró poco, arrodillado ante el poder del folio en blanco. Más o menos como ahora, veinticinco años después.


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