Clásicos Imprescindibles. La Sinfonía n. 6 "Patética" de Chaikovski.

A lo mejor ustedes no conocen esta historia de la Historia que les voy a contar a continuación.

Resulta que Piotr Illich Chaikovski (1840-1893), es decir, uno de los más grandes compositores de todos los tiempos, es decir, uno de los más notables artistas que ha alumbrado la raza humana, murió a causa de un gran "pecado"; ser homosexual.

Éstas son las últimas notas que compuso poco antes de morir:


Una música cuya pasión es capaz de tumbar a un hipopótamo. 

Es el 4º movimiento, Adagio lamentoso, de su Sinfonía n. 6 (1893) que el propio compositor estrenó nueve días antes de su muerte y a la que su hermano sobrenombró como Patética, adjetivo que, según la RAE, se refiere a aquello que "es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehmenetes".

Resulta que yo, pese a no ser fan de las teorías conspiratorias (no porque no haya conspiradores sueltos por el mundo dispuestos a todo, sino porque es muy difícil que las conspiraciones salgan bien), sí soy de los que no me creo la "versión oficial" zaristo-soviética de la muerte de Chaikovski: el gran compositor ruso murió a consecuencia de beber accidentalmente un vaso de agua contaminada de la enfermedad que diezmaba, por aquella época, San Petesburgo, el cólera.

Mejor dicho, el vaso sí que lo bebió, es eso de "accidentalmente" lo que, cada vez más, se pone en duda. Parece ser que se trató de un suicidio (puede que por arsénico si atendemos a los síntomas de enfermedad que describió su hermano Modest) inducido por la "sentencia" a la que condenó un Tribunal de Honor. El castigo era la muerte. Y el delito cometido era, como ya hemos dicho al comienzo de post, la homosexualidad.

Dicen que el conde Stenbock-Fermor redactó una carta al zar  Alejandro III en la que se quejaba de las excesivas atenciones de Piotr Illich hacia su sobrino Nikolái. El encargado de entregar al zar dicha carta resultó ser un antiguo compañero de Chaikovski durante sus años de estudios en la escuela de jurisprudencia. Al enterarse del escabroso asunto que tenía entre manos y temeroso de que al salir a la luz se montara un escándalo, Nikolái Jacobi (que así se llamaba este señorconvocó un tribunal de honor al que Chaikvoski asistió, junto a otros compañeros de promoción, y cuyo resultado fue, tras cinco horas de reunión, el que ya hemos expuesto.

Gracias a la muerte, Chaikovski escapó del escarnio público. Y, a lo peor, gracias a la crueldad de la sociedad de su época nosotros hoy, además de cagarnos en la puta madre que parió a los miembros de esa sociedad, podemos disfrutar de una de las más célebres y celebradas sinfonías de la Historia del Hombre. Uno de los ochomiles de la grandeza del ser humano.

Para aliviar un poco el tono trágico de esta entrada, escuchamos ahora el 2º movimiento, Allegro Con Grazia. Otra deliciosa genialidad chaikovkiana.

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