"Respice post te! Hominem te esse memento!"
Tertuliano
"me calenté ambas manos al fuego de la vida;
ahora se apaga y estoy listo para partir"
Walter Savage Landor
Había pensado en su propia
Muerte
muchas veces
Y la había imaginado
Con todo detalle
De mil formas diferentes
Ninguna original porque ni en eso
Cómicas en su ridícula
Tragedia cotidiana
de márgenes domésticos
Dormido al volante casi siempre
O de un paro cardíaco en ocasiones
Pocas en un hospital
por qué
Siempre solo
Cuando la muerte vidríe
De sus ojos
no habrá nadie
En cambio
una imagen obsesiva
Un breve malestar
algún mareo
Una punzada en el pecho
Nublada la visión por una gasa
Hundido en arena sentir
Que las piernas no responden
Intentar pedir ayuda
pero en vano
Inalcanzable el móvil
Sigue sonando
la alarma
doblando
como una campana
En estas casas alquiladas
Que siempre son extrañas
Muy pequeñas y en desorden
Sucias
las sábanas
y rodeado
De libros por leer
muchos papeles
Sobre el escritorio versos
Terriblemente infantiles
Culo caca
pedo pis
Qué daño hizo Bukowski
Dirán al leerlos con desprecio
Y algo de compasión porque caudales
los ríos
Allegados son iguales
Y quién puede evitar no verse
Reflejado en el íntimo momento en que la sombra
Postrera se llevare
y somos polvo
Enamorado y constante
más allá
Reseco
en la bragueta
Los recuerdos
pocos
o fotografías
De una vieja Polaroid amarillentas
La esperanza puesta
En un décimo de Lotería
Colillas y botellas
Había pensado en su muerte
muchas veces
Secos los jazmines del balcón
En el teatral momento
en que al echar
La puerta abajo lo encontrasen
Finis gloriae de Valdés Leal
Repulsivo imán barroco
Hecho ya silencio y nada
Con un gesto crispado y grotesco
Salido
del pincel de Caravaggio
La escasa luz del cuarto brilla
En el fondo opaco de sus ojos glaucos
Perdidos al vacío que los acoge
En la cúpula cuarteada del cielo raso
Como párpados la boca
abierta
Negros los empastes en los dientes
Sin afeitar y mal aseado
En calzoncillos tal vez
Los calcetines
O sin ellos
las uñas
Láminas de nácar engastadas
En plata ennegrecida y cuero viejo
Terrosas las costillas como un campo
Arado para dar vida a las flores
Las espigas las espinas
Manchas ocres
Ya la sangre en Baudelaire que fue torrente
ahora estancada
De cera en los labios que una vez
fueron besados
Las caricias olvidadas en las manos
Gélidas tejiendo órbitas
Y quizás con mordeduras en el cuerpo
Que ardió de amor y palpitaba
De ratas o de insectos
Pequeñas moscas doradas
Refulgen cientos junto a la ventana y reverberan
Sus alas
un fétido zumbido azul
El hedor
que alerta a los vecinos
Porque era raro y huraño
Un tipo hosco y solitario
Que fumaba mucho y evitaba
Cruzarse en la escalera y saludar
Sólo de vez en cuando
Algunas mujeres muy pintadas
Fulanas casi seguro
Llamaban a su puerta
Pero era extraño que estuviesen
Con él más de una hora
La noche
pocas
Y casi nunca encendía las luces
Cuando se quedaba solo
Como la raíz de un árbol talado
El silencio
insecto
Que labra galerías y deposita en ella
La voraz viscosa larva
de la locura
Había pensado en su muerte
tantas veces
Que sólo sentía la soledad si recordaba
algunas tardes
Con un vaso en la mano qué poco dura una botella
La falta inevitable de personas
Que amó y lo habían amado
Aunque hubiesen pasado siglos
Sin haber sabido
Sin haberlas visto
Porque no podía imaginar
El mundo sin ellas
Y en su cabeza resonaban voces
Risas llantos pasos
Cascos sordos de caballos
muertos
Y vivía rodeado de fantasmas
Había pensado en su muerte
Y no la temía
en absoluto
Porque sabía que era
Un chimpancé con ropa
Y había dejado de creer que después
Pudiera haber más
Y eso
sí sería terrible
Volver
una y otra vez
A la ciudad de Cavafis que es apenas
La Comala asfixiante de uno mismo
Con sus rutas rutinarias y ruïnas
Sin encontrar mares sino siempre la marea
El tormentoso Bósforo estrechado en el que ahogarse
Y así se consolaba
Había soñado con su propia
Muerte
recurrentemente
Y siempre se veía
Recibiéndola sonriente
Mirándola de frente a los ojos
Insomnes que conoció Pavese
y la esperaba
Con un cigarrillo en los labios
Y una discreta alegría
Rayana en la soberbia o el desprecio
Tocándose los huevos
como un cerdo
Feliz por haber sido un hombre sin causar
Demasiado daño
haber sabido
Vivir como un cabrón la puta farsa
La broma macabra de estar vivo
Porque eso sí que puede
ser a veces
Un truño difícil de tragar
Pero estaba convencido
Y ahora era consciente
De que siempre se veía muriendo joven
Hoy
pasados los cuarenta se pregunta
Si no se le estará escapando
Otro más y ya van tantos
Este último sueño
Compañera del alma
tan temprano
--MMM--
Fotografía: © Bert Hardy