Un chiste malo

He dejado transcurrir el tiempo antes de escribir un artículo sobre Artur Mas, básicamente para tener más claras las ideas. Finalmente, ya sé lo que es el señor Mas: un chiste malo. En efecto, uno de esos chistes que se cuentan y dices, “agh, pero qué malo“, y te ríes por no llorar. Y no me refiero solo al confusionismo, las triquiñuelas, la capciosidad, el disparate o el matonismo con que lanza sus propuestas, sino porque está poniendo en riesgo la convivencia pacífica dentro de la misma Cataluña, y de esta respecto al resto de españoles. El mero hecho de crear una división discriminatoria entre quienes quieren una cosa -derecho a decidir-, y el resto de “enemigos”, nos conduce a tenebrosos caminos bien descritos por Elias Canetti en su análisis “Masa y Poder”. Javier Cercas expuso en un artículo titulado “Democracia y derecho a decidir” con una claridad meridiana cómo los catalanes pueden a través de unas elecciones -legales- optar por la independencia o hacer un referéndum -ilegal- y provocar un rosario de consecuencias tan azarosas como imprevisibles. Dicho esto, y tras la última ocurrencia cantiflanesca de una consulta que no es consulta o bueno, que casi, a ver si cuela, tirando de “soberanismo transversal”, lo que es evidente es que para esta herida hay mala cura. Con la periodicidad de los ataques de malaria, se empoderará del país, y ni las sanciones, prohibiciones o suspensiones lograrán morigerarla. Se repite la palabra “diálogo”,  se repite “estado federal” -cuando de hecho la España autonómica ya es más que federal-, se repite “consenso” y muchos tablazones gramaticales a modo de puente, pero hace tiempo que no compartimos el mismo “storytelling” de lo que es España, es decir, el relato de la historia, los hechos, las esperanzas, los sufrimientos, los logros que conforman la tribu, la comunidad que nos permite avanzar con tolerancia y respeto. Los “spin doctors” pretenden crear una nueva historia de España olvidando todo lo que hemos compartido para que esta fórmula magistral siga activa. Quizás se trate de eso, de olvidar los chistes irresponsables, mezquinos, toscos, unilaterales, y buscar un chiste que nos haga reír “bilateralmente”. 


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