Momentos Mágicos del Cine. A propósito del Ice Bucket Challenge y Lou Gehrig, el Orgullo de los Yanquis.

Bueno. 

Dos virus recorren la actualidad de este verano. Uno maligno que se ceba con los cuerpos de los más pobres de África y otro.., no sé cómo calificarlo.., otro que es como un juego bienintencionadamente cansino de nombre Ice Bucket Challenge.

Los multimillonarios famosos han puesto de moda echarse por encima un cubo de agua helada y donar dinero en favor de una causa justa: recaudar fondos para combatir una cruel enfermedad, la Esclerosis Lateral Amiotrófica. 

Los famosetes les hacen los coros.

Pero yo, como soy un proletario rencoroso, no puedo evitar sonrojarme un poco ante tanto famoseo haciéndose el guay o, como dicen ahora, el cool

El caso es que esta moda nos viene bien como excusa para revisionar un clasicazo del Séptimo Arte: El Orgullo de los Yankis (1942, Sam Wood, pueden verla aquí), un emotivo biopic realizado un año después de la muerte de su protagonista, Lou Gehrig quien fue, sin duda, un auténtico héroe americano (en el mejor de los sentidos) de interesantísima biografía que pueden leer aquí.

Esta cara, personificiación de la bonhomía, lo dice todo.


Lou Gehrig dio sobrenombre a la ELA y murió, tristemente, por causa de esta enfermedad a la temprana edad de 38 años. En su discurso de despedida del deporte el 4 de julio de 1939 en el Yankee Stadium, pronunció esta mítica frase: 

“Soy el hombre más afortunado sobre la faz de la Tierra”.

Y otro titán de aquellos años, el actor Gary Cooper, lo interpretó así:

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