(…)

Quisiera ser la sombra chinesca de tus manos para poder contarte la torpe historia de aquel reflejo que moría de sed, cada noche, en la pared de tu dormitorio. ¿A qué refugios luminosos huyen las sombras que, repentinas, descubren que no viven en los pies de nadie? ,que son tan libres como la sala vacía de un teatro solitario. No importa lo rápido que viaje tu mirada entre los pasillos de butacas. La oscuridad es una ventisca que te espera al final de todas las calles. El tiempo es un pulcro cobrador que te despoja de tus últimas monedas mientras te advierte de que no hay lugares inhóspitos. La función está lista para comenzar. Y yo, una noche más, me atraganto de arañas azules que mueren de día. 
Lejos de tu casa, tan lejos que inventé nombres para cada una de las puertas en las que golpeaba con sus nudillos la madrugada. Confundí el rodaje de la película y solo fui la sombra de un gato más que trepaba por las paredes de tu habitación.
 
Tu noche es una luz que nadie prende. 
 

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