Clásicos Imprescindibles. Vidas Borrascosas (Peyton Place, 1957. Mark Robson). Sorprendente melodrama hollywoodiense.

El mismo año que la periodista francesa Françoise Giroud acuñaba el término nouvelle vague, se estrenaban películas como El Puente sobre el Río Kwai, El Tren de las 3.10 a Yuma, Tú y Yo, Duelo de Titanes, Testigo de Cargo y, entre otras muchas otras, la película que hoy recomendamos, Vidas Borrascosas (Peyton Place), ejemplos, todas ellas, de radicalismo en los códigos de cine de género hollywoodiense.


Los vientos nouvellevaguistas, neorrealistas o bergmanianos quitaron el polvo, sin lugar a dudas, a todo el mobiliario decimonónico-tiránico de los grandes estudios pero es de justicia reconocer que el cine de Hollywood de los años 50 tuvo que morir por el mismo motivo por el que apuñalaron a Julio César: ya no era posible superar la perfección técnica que había alcanzado toda esa maravillosa pléyade de asalariados hollywoodienses.

Muchos dicen que Peyton Place es el pistoletazo de salida del culebrón tal y como lo entendemos hoy (la película degeneró en un serial televisivo decano del género). Basada en el bestseller homónimo de 1956, la trama se puede resumir con una frase que luego ha resultado ser el leitmotiv de muchas películas posteriores: nada es lo que aparenta en una pequeña ciudad de provincias... O de cómo el intento de guardar las apariencias a toda costa le puede amargar la vida al más castizo.

Miren esta foto.


Si rascan un poco sobre ella encontrarán, bajo tan hermosa superficie, incestos, violaciones, madres solteras, madres castradoras, represión sexual, alcagüetas, envidias, etc, etc, etc. Pero también hallarán cosas hermosas bajo la luz de la ciencia y la cultura, que es la única luz capaz de proyectar claridad sobre esos oscuros rincones del alma humana que se oscurecen, todavía más, en los rincones de nuestras naciones (ya saben: pueblerinos, provincianos, nacionalistas y demás endogamias sociales).

No se pierdan Vidas Borrascosas porque es un melodrama magnífico en el que brillan los personajes que personifican la Razón: el director del instituto y el médico. Sorprendentemente (para bien) no hay ningún cura dando la murga. Además, es una película muy, muy, muy feminista y muy bien dirigida (con un millón de planos americanos, como DiosHollywood mandaba) por Mark Robson (director responsable de, al menos, otra obra maestra: Más dura será la Caída).

Cuando la vean, o revisionen, acuérdense de un servidor mientras escuchan el impresionante speech final del Dr. Swain (Lloyd Nolan), un personaje del que se van a enamorar. Disfrútenlo. 


Entrada dedicada a David "Night" Safari.

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