Una lengua muerta

Pensaré en el tiempo que perdimos,
en las palabras como contraataque,
en los meses que pasamos sin vernos
y en cada una de las veces que recorrí las calles pensando sólo en ti.
No habrá mañana.
Y habrá mañana.
Todas las tardes serán iguales y cada una tendrá el valor impagable de la lluvia,
de las manos en el cristal.
Están todas las cosas sobre el asfalto, todos los tiempos,
los días en que fuimos tan felices por las mismas calles,
en que recorrimos sin pensar los años.
Ojalá no supiera tanto.
Ojalá no siguiera aquí después del frío.
Pero he sobrevivido: hay algo inmortal en esta soledad absoluta, algo indestructible, la certeza de que nadie me acompaña.
Nadie puede.
No hay socorro posible.
Sólo pena.
El dolor, a veces, habla una lengua muerta.

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