LITERATURA

Almas Grises

Raymond Chandler definió en su ensayo El simple arte de matar, a la novela negra como el mundo profesional del crimen.

En Almas Grises, publicada en abril del 2013, ese mundo profesional del crimen se mezcla con el mundo diario, con la rutina de cualquier profesional y  ciudadano.

Mientras leía  la novela de Juan Luís Marín pensaba en cuánto nos hemos acostumbrado como sociedad a la violencia. No era un pensamiento general, porque la novela conduce a ese razonamiento, sino uno del estilo introspectivo. De leer Almas Grises 10 años atrás, no hubiese podido terminarla y eso que solo abandono los libros que me aburren y lejos está este de hacerlo.

                                              Imagen gentileza de Página Tres, agencia literaria.
Podría comparar la situación con La naranja Mecánica, hace 20 años (aun en VHS)  la devolví al video club con apenas 15 minutos de reproducción, saturada de violencia. Hoy, sigue pareciéndome imposible esa agresión condensada en poco más de dos horas, pero terminé de verla y hasta creo haberla entendido.

Almas Grises es de los libros que se llevan  en la mente mientras no se leen, de los que obligan a aprovechar los huecos de tiempo muerto, los viajes en transporte público, de los que le roban horas al sueño. Uno lo piensa mientras no está inmerso entre sus páginas, lo extraña. Y vuelve en si para preguntarse, no solo hasta dónde pueden llegar sus personajes, sino uno mismo con el deseo de averiguar qué va a ocurrir en la carilla siguiente.

En este relato, dos asesinos profesionales (Castro y Toledano) se funden con la policía, con los habitantes autómatas de una capital que puede ser la de cualquier país, con la corrupción y el mal en todas sus escalas. El autor, utiliza referencias musicales y cinematográficas para descomprimir la sinergia que se produce entre el relato, lo vil  y el lector. 

Juan Luís escribió este texto hace 16 años, en esa época tenía literalmente forma de guión cinematográfico, en ésta, mantiene la dinámica de la narrativa y la velocidad que estimo le imprimirá cuando en algún momento se filme.

Una de las citas de la novela dice: “Cuántas cosas no hacemos por  temor a sentirnos sucios”. Y pienso que mientras la leía, me sentía tan sucia como Castro y Toledano, sin ser tan mala, tan asesina, ni tan astuta, los protagonistas de Almas Grises me habían llevado hasta el abismo oscuro de sus vidas. Pasaba una página y quería escaparme; pasaba a la otra y necesitaba, al igual que ellos, un poco más.

La novela es atrapante desde el argumento y el estilo narrativo, conjunciones algunas veces difíciles de encontrar en una misma obra. Es de esos libros dónde el lector se pregunta ¿De verdad esto de...comer, trabajar, ducharse, hablar con amigos, unas cervezas, dormir...es mas importante que sentarme y terminar de leer Almas Grises?

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