EL JAGUAR VERDE
Yo tengo un Jaguar verde. Ha estado conmigo veintiséis años y jamás me ha dado un solo problema. Un día dijo que ya no andaba más y su motor se paró para siempre. Murió en casa lejos del taller, igual que hizo mi padre huyendo de los hospitales. Aún sigue ahí donde decidió morir, a la sombra del sauce de la entrada, y mis hijas juegan dentro haciendo como si lo condujeran a mucha velocidad imitando el sonido del motor, igual que yo hacía sobre las rodillas de mi madre en aquellas mañanas de domingo junto al lago.