MI CAZADORA

No me gusta la ropa vieja, sino la que ha envejecido conmigo. Hubo una época en que sólo salía de noche, por eso esta cazadora conserva en el cuello el olor de varios perfumes, ninguno mío. Ahora, al ponérmela, me acuerdo de cuando se podía fumar en los bares y nos dejaban reír en las aceras con una caña en la mano, apoyados en los coches aparcados, rodeados de gente divertida.

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