Música de Cine. Nunca me abandones (2010, Mark Romanek). La película más triste de la pasada década.

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Todo buen cinéfilo, buen melómano y buen feminista guarda en su corazoncito un rincón para el recuerdo de aquel año 1996 en el que la compositora inglesa Rachel Portman se convirtió, a los 36 años, en la primera mujer en ganar el Oscar a la Mejor Banda Sonora por su trabajo para la película Emma, una de esas películas británicas de melodramas victorianos, costumbristas, algo ñoños pero resultones. O sea, lo de siempre con las adaptaciones de Jane Austen.

Como Rachel Portman es una compositora muy sinfónica y muy ortodoxa, sus servicios musicales suelen ser requeridos para películas de época y dramones románticos. Y, bueno, es cierto que Nunca me abandones es un dramón muy romántico así que la elección parecía acertada. Pero es que Nunca me abandones es, también, la película más triste de la pasada década (y de lo que llevamos de ésta). Y no, lo siento pero la música de Portman no ayuda a aliviar la cosa.


La utopía de algunos puede suponer la distopía de otros. Así sucede en el caso de los tres jóvenes protagonistas de Nunca me abandones que protagonizan un triángulo amoroso en medio de la más desesperanzadora de las situaciones que ustedes puedan imaginarse. No quiero contar nada de la trama porque es mejor que vean la película sin saber nada de ella pero les advierto que su final es tan desolador que me entran ganas de llorar solamente de recordarlo.

La recompensa a semejante trago la recibirán en forma de unas maravillosas interpretaciones de Carey Mulligan y Keira Knightley (y algo menos de Andrew Garfield), una melancólica y maravillosa fotografía de tonos grisáceos y una música que, tal y como seguro que ustedes mismos hubieran deducido sin que yo se lo hubiera remarcado, recuerda a las composiciones de los dos grandes maestros de la música clásica británica de entre siglos: Edward Elgar y Ralph Vaughan-Williams.


Ah sí, y la moraleja, claro, que siempre viene bien: el tiempo de nuestras vidas es limitado y eso no lo cambia ni el tato. Y lo limitado se acaba, no matter se traten de 10, 50, 100 ó 200 años, así que no se aferren a vanas esperanzas de prórrogas e intenten disfrutar del tiempo que pasamos en este planeta, ora hermoso - ora terrible, empuñando el arma más poderosa que existe para combatir las angustias vitales. Sí, me estoy refiriendo al Amor.

No se pierdan Nunca me abandones. Es una película hermosísima y una de las distopías cinematográficas más magistralmente contenidas, emotivas y efectivas de la Historia del Cine.

Y ahora, hágase la música:

 
Que sí, que es una película magistral (otra más).

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