Descansen armas

Lo más triste de todo en la querida Venezuela no es el abismo interno entre chavistas y opositores. Lo más triste no es que en este momento haya bastantes venezolanos deseándole la muerte a un presidente legítimamente electo, mientras otros tantos rezan por la supervivencia de un líder mesiánico que se obstinó en ser reelegido en estado terminal. Lo más triste no es que ni unos ni otros, ciudadanos de pleno derecho, hayan sido jamás informados verazmente sobre la salud de su jefe de Estado. Quizá lo más triste de todo sea que antes de Chávez hubo un intento de golpe militar (perpetrado por él mismo); que durante su mandato hubo otro intento de golpe militar (en contra de él); y que hoy las Fuerzas Armadas siguen ahí, irreductibles, gestionando la incertidumbre política.

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