El proceso – Franz Kafka

Recuerdo haber leído a Kafka en el instituto, La transformación (conocida como La metamorfosis por aquel entonces, y aún hoy en día). No me gustó. No entendí nada. La edición que manejaba venía con un par de escritos más: Un artista del hambre y Un artista del trapecio. Los leí por curiosidad y entendí menos aún.

Todo quedó ahí hasta que años después, en el verano de 2003, trabajé en un almacén en el típico trabajo de estudiante. En esos días calurosos, mientras esperaba el autobús, leí compulsivamente El proceso por primera vez, en una edición muy barata que compré en el rastro y que se iban despegando las páginas a medida que leía (hoy me parece una metáfora perfecta sobre la obra de Kafka).

Pasó un tiempo más y, ya en el 2005 se puede decir que leí de verdad y en condiciones a Kafka. Las novelas, los cuentos, los diarios. Quedé deslumbrado por la prosa, que si bien en ocasiones puede ser tosca, es magnífica. Incluso el hecho de que las novelas estén inacabadas me parece un acierto. El castillo acaba en mitad de una frase inconclusa. ¿Qué pasará con K? Se abre un abanico de posibilidades casi infinito.

Lo que más me gusta de la obra kafkiana es precisamente ese adjetivo tan usado en muchos casos para promocionar tal o cual obra. Ese punto absurdo dentro de una realidad estable, la burocracia que te impide avanzar, la reación de los personajes entre la apatía y el inmovilismo o la furia contenida y desatada en determinados momentos. Todo ello creo que en gran parte es el comienzo del existencialismo latente que se desarrollaría unos años más tarde.

Como en esta novela, donde la burocracia se instaura en patios de escaleras que recuerda las obras de Escher, en laberínticos pasillos mal ventilados, habitaciones minúsculas, donde tras una puerta de almacén se infligen castigos. Asistimos con la misma perplejidad que Josef K. a la imposibilidad de llegar a las instancias superiores, a saber siquiera por qué razón se le acusa.

Mención aparte merecen los personajes femeninos, siempre entre el acercamiento y el enamoramiento por parte del protagonista, por un lado, pero también un cierto rechazo hacia la femenino.

Tenía cierto reparo a volver a leer a Kafka por si no me deparaba las mismas sensaciones que tuve con la primera lectura, por ese miedo que tenemos de releer lo que nos gustó en un momento dado porque todos estamos en continuo cambio y quien era ya no soy, pero esta nueva aventura me está resultando de lo más placentera. Volver a sentir por la Literatura, volver a darme cuenta de lo mucho que significa para mí unos cuantos cientos de páginas llenas de letras impresas.

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