Fantasías bioquímicas y otras

Vicente Risco, en Libro de horas:
Había que estudiar el por qué verdadero. Qué, si preguntamos a los sabios, nos salen enseguida con fantasías bioquímicas; pero tiene que haber una razón superior para que la bioquímica prepare precisamente estos colores. Los sabios se contentan con el cómo; y a nosotros no nos basta.
La muerte es una palabra para poetas y filósofos. Los demás, fallecen, un día. Y en ese fallecer está el olvido de una vida cualquiera, y también lo humillante de la extinción burocrática que es, sobre todo, el fallecer. Al fallecido le ponen un sello. Se mueren las personas y fallecen los nombres.

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Lo único que me apetece leer es lo que alguien escribe sin demasiada paciencia, sin mucho trabajo. Creo que es de lo peor que se puede decir de un libro, que está escrito con mucha paciencia. Sudor, sangre y paciencia. Se me dirá que soy un mal lector, y así será. Tampoco yo tengo paciencia como lector. Por eso quizá leo pocas novelas actuales. Novelas en las que se entra, se sale, se habla de gilipolleces. En Viaje a La Alcarria de Cela, el paciente Cela (al menos cuando escribía), nombra el libro Historia de Galicia de Manuel Murguía. El viajero lo coge al azar de la estantería y dice: Es gracioso este libro..., es un libro lleno de paciencia.

Paciencia, casi parece un eufemismo. Y es que Cela no siempre era grosero y directo en el insulto. 

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El Roto:
¿No sientes el orgullo de ser español?
Abuela, a mí me da vergüenza ser de cualquier sitio.
Esto me recuerda a algo que escribía Cioran en sus diarios: 
Si se quiere conocer un país, hay que leer a sus escritores mediocres, que son los únicos que reflejan de verdad sus defectos, virtudes y vicios. Los otros escritores, los buenos, suelen reaccionar contra su patria, se avergüenzan de formar parte de ella. Por eso, expresan perfectamente su esencia, quiero decir su inutilidad cotidiana.
No se sabe muy bien si habla de la inutilidad cotidiana de la patria o de sus escritores buenos. Puede que de ambos. En definitiva, no deja de sorprenderme, y eso que llevo años haciéndolo, el optimismo y la ilusión del nacionalista o patriota; también la del antinacionalista. Unos y otros, como esas parejas que se pasan la vida discutiendo y son incapaces de separarse.

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